martes, marzo 06, 2007

Flojazo en la oficina




Flojazo estaba en su oficina. Miraba el calendario que le acababan de entregar y de inmediato se puso a revisar mes a mes, marcando con un resaltador los días feriados.
Al rato, se vio forzado a dejar su ardua tarea a un lado, ya que Número Uno lo llamó a su oficina.

El día anterior se habían suscitado una serie de extraños acontecimientos en la oficina. Los sistemas colapsaron debido a una falla hasta ahora injustificada, ocasionando la interrupción momentánea del “Servicio Centralizado de Información”.

Número Uno encargó a Flojazo encontrar la causa del problema y erradicarla, advirtiéndole además, que esa situación no podía repetirse. La acción debía acompañarse con su respectivo y detallado informe (gráficas y presentación incluidas).

-Cuente con eso, Número Uno. Sabe que puede confiar en mí, no se preocupe, este es un trabajo para Súper Flojazo. Siga usted en lo que sea que esté haciendo, que de seguro es muy importante. Flojazo se encargará de todo.

Una vez en su escritorio, Flojazo abrió la sesión de Internet Explorer en su computadora, entró a la página de Google y escribió en la ventana de búsqueda: “No soporto a este cabrón”... en 0,17 segundos, la búsqueda arrojó 47.200 resultados.

Disponiéndose a comenzar su proceso de investigación, Flojazo revisó su escritorio y encontró sus estacas de plata en forma de lápices, la pistola automática que parecía una engrapadora, el rastreador satelital que se asemejaba a un beeper y los clips explosivos.

Buscó en otra gaveta y se percató de que su mini bomba sónica camuflajeada a manera de pelota antiestrés y la linterna de rayos solares, también estaban allí. Todo su arsenal estaba completo.

“Lo que está pasando es muy extraño, éste va a ser un caso difícil de resolver, hay que estar preparado...” – pensó.

Flojazo andaba nuevamente debatiéndose entre sus constantes divagaciones y paranoias: ¿Duendes?, ¿alienígenas?, ¿terroristas?, ¿alguna organización ultra secreta?, o quizás... ¿vampiros?.

Había que estar alerta, no se podía bajar la guardia. “Ellos” podían estar en cualquier lado. Flojazo permanecía siempre atento a cualquier señal. Presto en todo momento a atender el llamado de su “carnal” Blade o de su intima amiga, Sir Integra Fairbrook s, de la Organización Hellsing.

Nuestro amigo se inclinaba más por la última opción que se planteó ¡Vampiros! Y es que Flojazo siempre dudó, hasta del mismísimo Número Uno; también sospechaba de Cleptus González, el administrador de la empresa. Pensaba que algo raro había en la personalidad de Malevolgia Vargas, la jefe de personal, y ni hablar de Dora, la rubia y voluptuosa secretaria. También estaba Igor Manrique, el del archivo: hombre bajito, calvo, de ojos saltones y un eterno suéter con olor a Paella Valenciana.

Cleptus era un hombre amargado que siempre tenía problemas para autorizar el pago de la nómina. En realidad, todo el tiempo ponía complicación a cualquier cosa que se relacionara con desembolso de dinero, fuese de él o de la empresa. En una oportunidad, Flojazo juró a sus amigos, haber visto a Cleptus transformarse en Canguro y en otra, tomar la forma de un Cocodrilo. La constante era siempre, brazos cortos que no llegaban a los bolsillos, en eso cayó en cuenta Samuel, compañero de Flojazo.

Malevolgia, parecía llevar puesta una mascara, de tanto maquillaje que usaba. Una vez, Flojazo tropezó con ella y sintió que su cuerpo estaba rígido, duro, no había carne. Las mujeres de la oficina decían que eso era a causa de las vendas que usaba. Flojazo insistía en la dureza y rigidez y recibió por respuesta un extraño nombre: “Fajayeso”. ¡Dios! – Exclamó – ¿Será una nueva arma de los Nosferatu? – se preguntó.

“La Vampiresa” era el término utilizado en la oficina, para referirse a la Jefe de Personal. Su obsesión por que todo el mundo trabajara horas extras sin cobrarlas y la prohibición a solicitar aumentos de sueldos o bonos especiales, hacía que todos pensaran en que pronto exigiría la sangre de cada uno en nombre de la corporación.

“La Corporación”, con sólo mencionarla, los pelos se le ponían de punta a nuestro héroe. “La Corporación”, eso sonaba a “Ente maléfico dispuesto a expropiar vidas, succionando hasta la última gota de sangre”. Flojazo, a veces pensaba que estaba en la boca del lobo, entre las fauces de la bestia.

Dora, la secretaria de largas piernas, grandes y esféricas tetas y curvilínea figura, no parecía real. Hasta el momento en que abría la boca, uno no podía más que pensar en perfección y eso no era normal. Su conmovedor trasero a lo J-lo, contrastaba con una voz chillona y aterradora que alcanzaba insanos decibeles y recordaba a las legendarias Banshees

Flojazo escuchaba atentamente a sus compañeras de trabajo cada vez que hablaban de Dora. Estaba buscando pistas: “La perra”, “la Zorra”, “la Bicha”. Haciendo lo propio con sus compañeros, obtuvo lo siguiente: “La Potra”, “caballota”, “sapo echado”, “morrocoy en la misma posición que la del sapo”. A su parecer, todo indicaba que esta extraña mujer, al igual que Cleptus, estaba dotada de ese extraordinario don, propio en vampiros, de tomar la forma de algunos animales; aunque tenía entendido que sólo era en lobos, murciélagos y serpientes, pero en fin, con tanto adelanto, debía tratarse de un nuevo paso en la cadena evolutiva de esta especie.

Otra pista importante y a la vez curiosa, a Dora no le gustaba estar cerca de la fotocopiadora (Jejejé, qué gracioso: Fotocopia + Dora = Fotocopiadora. Buen chiste, buen chiste, pero mejor no se los explico) .

¿Intolerancia a la luz? Al salir a la calle, la secretaria se cubría con un abrigo y usaba enormes lentes oscuros, cual modelo de portada de revistas de modelos de portadas. Dentro de la oficina, sí que mostraba todo, cual modelo de portada de revistas de modelos de portada que lo muestran todo.

Igor era todo un personaje. Jamás se le veía fuera del archivo, a menos claro está, de que así lo requiriese Número Uno, por quien mostraba una enfermiza y vehemente fidelidad. Eran las únicas ordenes que seguía sin refunfuñar, sin chistar. Casi se le podía escuchar responder: “Ordene amo, ordene”.

Flojazo recordó que en un par de ocasiones, en las que se vio obligado a ir a la oficina, siendo fin de semana, se había topado con Igor. Vigilante, observándolo todo, pero siempre desde su archivo. Área restringida para todo el mundo. Zona misteriosa cuyo único acceso permitido era a través de una ventanilla.

A Igor, nunca se le veía comer. Conversando con el resto de los compañeros, Flojazo lanzaba al aire su tesis: “Sólo come cucarachas, arañas, hormigas y pequeños ratones, que atrapa dentro del mismo archivo”. Todos reían y coreaban al unísono: “Ay Flojazo, tú si inventas...”

A decir verdad, la paranoia de Flojazo tenía su razón de ser. Ante lo raro y peculiar que resultaban ciertos personajes que le rodeaban, éste muchacho manejaba hipótesis, teorías, experiencias vividas en el pasado, un largo recorrido y un duro trajinar en su interminable lucha contra el mal.

Chupa-sangres, monstruos, extraterrestres, licántropos, fantasmas, seres fantásticos, villanos, falsos gestores, cobradores, policías corruptos, matraqueros, supervisores déspotas, gerentes intransigentes, recolección de firmas, procesos revocatorios, elecciones “tramparentes”, de todo se había encontrado Flojazo en su camino.

Ya se lo había advertido su maestro Lobsang Rampa, en los años en que estuvo en el Tibet: “Tu advenimiento a esta tierra, es para cumplir con un fin específico...” Y enseguida le guiñó el tercer ojo. También se lo indicó su guía espiritual, Kalimán: “Mente sana, cuerpo sano. Toma Redbull, que revitaliza cuerpo y mente...”.

De allí la preparación de Flojazo en el arte del Kung-Fú, en el lejano oriente, por allá por Yaguaraparo Estado Sucre, con su maestro Chuito Ruíz, a quien apodaban “El Chino”.

Aprendió las milenarias técnicas Ninjas, de la mano del maestro Fujimaru del viento. Hizo una pasantía en la escuela del Maestro Borrachón, compró todos los afiches de Bruce Lee, vio las películas de Jackie Chan y se leyó las revistas del Santo y Blue Demon.

Al celular de Flojazo, llegó el siguiente mensaje de texto: “El informe y la presentación son para ayer”. Recordó entonces la búsqueda que inició en Google – ¡Cabrón!

Abrió varias sesiones en su computadora y se puso a trabajar. Dígitos por aquí, comandos por allá, búsqueda en manuales, estadísticas. Se encontraba bastante entretenido cuando de súbito, su séptimo sentido trajo a colación otra pista importantísima, un detalle que hasta ahora había pasado por alto.

En las pasadas fiestas decembrinas, él y su compañero Samuel, extrañamente fueron los únicos invitados a almorzar por lo predios de La Candelaria, con los directivos de la empresa. Sólo ellos dos se atiborraron de cerveza y pan con ajo.

-El pan con ajo, eso es. Allí está la clave – Pensaba en voz alta. Los demás lo miraban con familiar extrañeza, algo de costumbre había. – Flojazo hablando solo otra vez – comentaban algunos.

Los demás consumieron vino tinto y carpaccio de lomito; es decir, los directivos: La Jefe de Personal, el Administrador, Número Uno y dos lúgrubes y enigmáticos personajes vestidos de negro, que nunca se quitaron los lentes oscuros (¿los Hermanos Chang?). Estos últimos, venían de “La Corporación”. También estaba Dora, ella tampoco probó el pan con ajo (Pan + Dora = Pandora. Jajajaja, qué bueno, qué bueno. Pero éste, tampoco lo voy a explicar)

Consultando la enciclopedia de Bram Stoker, Flojazo confirmó su conjetura. Los vampiros y los ajos, no son afines.

Los únicos invitados al almuerzo aquel, el pan con ajo, la falla en los sistemas, la perfecta simetría de las tetas de la secretaria. Muchos cabos por atar; Flojazo necesitaba meditar, así que recordando las enseñanzas de su maestro Lobsang, se dispuso a entrar en trance.

La cicatriz que llevaba en la frente en forma de rayo, enrojeció de repente y comenzó a dolerle (Sí, allí en la frente, ¿qué no la ven? Pero si allí está, a ver, acérquense un poco, ¿la ven?) Esto era el indicio de que algo pérfido y maligno lo acechaba, y estaba cerca, muy cerca.

Dora se acercó a su escritorio (al de Flojazo, no al de ella) y lo hizo incorporarse de un salto, al sorprenderlo desprevenido. Se encontraba meditando en su puesto, tratando de hallar respuestas. Estaba en posición de descanso, con la frente pegada al tablero de la computadora, los brazos colgando a ambos lados y la boca abierta y babeante. Cuando se levantó, la cicatriz de la frente en forma de rayo, se veía cubierta por una fila de cuadritos, en donde se distinguía un extraña frase: “ASDFGHJKLÑ”

Sólo estaba meditando, recuerden que Flojazo está siempre alerta, para algo tiene 7 sentidos en lugar de 5. Olfato, gusto, vista, tacto, oído, el del humor y el sentido pésame.

-Qué pasa, Dora. Me sacas de concentración – refunfuñó Flojazo –. Me parece que tu tiempo se acorta – sentenció Dora.

Flojazo abrió disimuladamente la gaveta de su escritorio y tomó una de las estacas en forma de lápiz. Dora dio media vuelta y se retiró dejando su estela en el ambiente. La estaca abandonó la mano de flojazo y regresó a su lugar. De inmediato, tuvo la punzante sensación de que varias miradas se centraban en él. Estaba siendo observado. Las fieras acechaban a su presa...



6 comentarios:

Carolina Yribarren dijo...

me he reído mucho con tu expresion "Santo Dios"...si, la verdad estaba mejor la chupeta multicolor, multisabor..quieres enviarme tu mail a carolinayribarren@gmail.com
saludos
caro

EduardoEquis dijo...

¡Si así ves a los compañeros de trabajo! Mejor no sigo imaginando.

Aunque ya flojazo imaginó suficiente ¡Jajajajaja!



... Y después andas diciendo por ahí, que la gente si busca cosas raras en Google.

JCZ dijo...

Bróder, esas son cosas de Flojazo. Yo, lo que hago es contar lo poco que sé de él...

Unknown dijo...

Jejeje, qué bueno vale, está excelente.

Sólo una duda, ¿qué es un licántropo?

Slds

Roberto Echeto dijo...

Bróder, qué gran cuento.

Yo desde hace tiempo no trabajo en ninguna oficina porque Flojazo era yo.

Yo no puedo trabajar tanto porque me pasmo.

Un gran abrazo.

R.E.

JCZ dijo...

Monique!

Gracias por la visita y espero no haberte asustado con el comentario que dejé en tu Blog.

Saludos del Lémur

Bróder Echeto:

Me honra su visita, y siga así, sin trabajar mucho. Sólo su prolífica imaginación...

Salud!