sábado, marzo 31, 2007

Las Profecías de San Maloqueolías




El futuro ya no estará en el azar
La caña será restringida
Telenovelas no podrán mirar
La situación se pondrá desabrida
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Lo negro ya no será “negrito”
Lo indio ya no será montuno
Lo blanco por imperio maldito
Confundido se quedará alguno
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Ríos de plata hacia fuera

Adentro un mar de ignorancia
Se acrecentará la ceguera
Entre bandos opuestos, habrá conchupancia
.
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Restricción y más restricción
No hables, no escuches, no veas
Al malhechor le regalarán la munición
Y al pusilánime, hasta le controlarán la pea

lunes, marzo 26, 2007

Ni coquito ni mariquita


Ni coquito, ni mariquita. Ni molusco, ni crustáceo. Con un colorido exoesqueleto, eso sí; pero yo en realidad, soy otra cosa.

Nada que ver con Gregorio Samsa; siempre me confunden, y a mí, la verdad es que ni siquiera me interesa su historia. Bien lejos con ese tipo y su crisis existencial.

Desde que llegué, las cucarachas y las chiripas andan alborotadas. Pero yo, ni me doy por enterado; ando en otras cosas, y es que verdaderamente, soy eso, otra cosa.

Pudiera estar en una selva tropical, esperando a ser descubierto por un famoso entomólogo. O ser parte de un secreto experimento en un gran y sofisticado laboratorio. Pieza importante de un museo o de una colección. Pero no. Estoy aquí, en este balcón. Esperando, esperando algo; algo distinto, porque es que yo, soy distinto.

Por un tiempo anduve con un murciélago. Lo consideraba mi amigo, hasta que lo sorprendí lamiéndome el caparazón. Pensé que Batman era el único quiróptero con problemas de identidad, pero me equivoqué, así que decidí dar la relación por terminada.

Pasé un corto tiempo en un gallinero, bastante breve ciertamente. Resultaba insoportable el acoso de mis emplumadas y esquizofrénicas amigas. Además, no me veía usurpando el puesto del orgulloso gallo.

Sí, soy otra cosa, pero ¡caramba!, no es para tanto. Aquí me siento a gusto; puedo pasarme el día retozando entre las plantas. Sólo el ladrido de la perrita esa fastidiosa es el que perturba a ratos mi existencia, pero pasa únicamente cuando ando por el piso. No sé qué la pone así. Soy irresistible, es verdad, aunque no imaginaba que a tal punto.

Voy a quedarme por acá un buen tiempo. Un periodo que aprovecharé para meditar un poco acerca de mi destino, y mis futuras relaciones. Aunque de algo si estoy seguro, no quiero nada con insectos; es que, lo reitero, yo soy otra cosa...


miércoles, marzo 21, 2007



El nutricionista me recomendó mucha actividad física. Me dijo: “Bastante sexo o varias sesiones de ejercicio a la semana”.

Mi esposa compró hoy, una bicicleta estacionaria…

martes, marzo 20, 2007

Elvis José



Elvis José se disponía a bajar para La Guaira con la familia en su vieja camioneta Ford, tipo ranchera, del año 68.

Pasó lista mentalmente, revisando todo y asegurándose de que no faltara nada: La cava, la comida, las raquetas, el bolso con la ropa y las toallas, y los más importante... el estuche lleno de cassettes con música de los 50, 60 y 70.

Su esposa Lucia y sus hijos Raúl y Marina, abordaron la camioneta; con poco entusiasmo los dos últimos, con emoción la primera.

Elvis José en realidad se llamaba José Benigno, pero ese nombre no le gustaba. Sus amigos le pusieron Elvis José, en honor al gran copete y a las enormes patillas que lucía en sus años mozos, por allá por los años 60.

Elvis era flaco y desgarbado, tenía el cabello teñido y usaba pantalones ajustados, franelas con la manga arremangada un poco más abajo del hombro, y zapatos de lona con suela de goma.

- Elvis José se quedó en los 60 – comentaba siempre la esposa. Sin embargo a ella le gustaba. A sus hijos, sí que les desagradaba su apariencia. Lo catalogaban de anticuado y a veces, hasta de ridículo.

Ambos chicos se preguntaban además, porqué tenían que andar todavía en un cacharro como aquella camioneta vinotinto, que parecía sacada del museo del transporte.

- Aquí fueron engendrados ustedes, en esta camioneta – alardeaba Elvis José, sin ningún reparo - ¡Cállate Elvis, no empieces! – respondía Lucia – Pero si es verdad, ¿te acuerdas? – Lucia dejó caer su mano con fuerza sobre la pierna de Elvis, y con una sonrisa pícara y las mejillas un poco sonrojadas, le pidió que dejara ya el “temita”, que no era cosa de juego y menos delante de los “niños”.

“Los niños”, como los llamaba Lucia, contaban con 19 y 17 años. Raúl, el mayor, debía su nombre al actor Raúl Amundaray, y Marina, a la “Baura”; ambos habían sido impuestos por su madre. De haber sido por Elvis, seguramente habrían tenido nombres de músicos de su época (Janis y Jimi, por ejemplo).

El viaje transcurría con música de fondo de Los Platters y las sempiternas remembranzas de Elvis y Lucia.

- El pasado, siempre el pasado – se quejaba Raúl -. Otra vez en el túnel del tiempo – completaba Marina.

- Venimos del pasado y hacia el futuro vamos – sentenciaba Elvis, cada vez que sus hijos comenzaban a quejarse.

- El problema es que nunca terminamos de llegar a ése futuro – murmuraban los chicos...

lunes, marzo 12, 2007

La décima Musa

Sor Juana
Técnica: Litografía
Autor: Benito Nogueira

FINJAMOS QUE SOY FELIZ
.
.
Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá podréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,
que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado.
.
Sírvame el entendimiento
alguna vez de descanso,
y no siempre esté el ingenio
con el provecho encontrado.
Todo el mundo es opiniones
de pareceres tan varios,
que lo que el uno que es negro
el otro prueba que es blanco.
.
A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado;
y lo que éste por alivio,
aquél tiene por trabajo.
.
El que está triste, censura
al alegre de liviano;
y el que esta alegre se burla
de ver al triste penando.
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Los dos filósofos griegos
bien esta verdad probaron:
pues lo que en el uno risa,
causaba en el otro llanto.
.
Célebre su oposición
ha sido por siglos tantos,
sin que cuál acertó, esté
hasta agora averiguado.
.
Antes, en sus dos banderas
el mundo todo alistado,
conforme el humor le dicta,
sigue cada cual el bando.
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Uno dice que de risa
sólo es digno el mundo vario;
y otro, que sus infortunios
son sólo para llorados.
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Para todo se halla prueba
y razón en qué fundarlo;
y no hay razón para nada,
de haber razón para tanto.
.
Todos son iguales jueces;
y siendo iguales y varios,
no hay quien pueda decidir
cuál es lo más acertado.
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Pues, si no hay quien lo sentencie,
¿por qué pensáis, vos, errado,
que os cometió Dios a vos
la decisión de los casos?
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O ¿por qué, contra vos mismo,
severamente inhumano,
entre lo amargo y lo dulce,
queréis elegir lo amargo?
.
Si es mío mi entendimiento,
¿por qué siempre he de encontrarlo
tan torpe para el alivio,
tan agudo para el daño?
.
El discurso es un acero
que sirve para ambos cabos:
de dar muerte, por la punta,
por el pomo, de resguardo.
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Si vos, sabiendo el peligro
queréis por la punta usarlo,
¿qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?
.
No es saber, saber hacer
discursos sutiles, vanos;
que el saber consiste sólo
en elegir lo más sano.
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Especular las desdichas
y examinar los presagios,
sólo sirve de que el mal
crezca con anticiparlo.
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En los trabajos futuros,
la atención, sutilizando,
más formidable que el riesgo
suele fingir el amago.
.
Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla de lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!
.
No siempre suben seguros
vuelos del ingenio osados,
que buscan trono en el fuego
y hallan sepulcro en el llanto.
.
También es vicio el saber,
que si no se va atajando,
cuando menos se conoce
es más nocivo el estrago;
y si el vuelo no le abaten,
en sutilezas cebado,
por cuidar de lo curioso
olvida lo necesario.
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Si culta mano no impide
crecer al árbol copado,
quita la sustancia al fruto
la locura de los ramos.
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Si andar a nave ligera
no estorba lastre pesado,
sirve el vuelo de que sea
el precipicio más alto.
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En amenidad inútil,
¿qué importa al florido campo,
si no halla fruto el otoño,
que ostente flores el mayo?
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¿De qué sirve al ingenio
el producir muchos partos,
si a la multitud se sigue
el malogro de abortarlos?
.
Y a esta desdicha por fuerza
ha de seguirse el fracaso
de quedar el que produce,
si no muerto, lastimado.
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El ingenio es como el fuego,
que, con la materia ingrato,
tanto la consume más
cuando él se ostenta más claro.
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Es de su propio Señor
tan rebelado vasallo,
que convierte en sus ofensas
las armas de su resguardo.
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Este pésimo ejercicio,
este duro afán pesado,
a los ojos de los hombres
dio Dios para ejercitarlos.
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¿Qué loca ambición nos lleva
de nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿de qué sirve saber tanto?
.
¡Oh, si como hay de saber,
hubiera algún seminario
o escuela donde a ignorar
se enseñaran los trabajos!
.
¡Qué felizmente viviera
el que, flojamente cauto,
burlara las amenazas
del influjo de los astros!
.
Aprendamos a ignorar,
pensamiento, pues hallamos
que cuanto añado al discurso,
tanto le usurpo a los años.
.
.
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Sor Juana Inés de la Cruz, nacida en San Miguel Nepantla (México), entre 1648 y 1651. Religiosa católica, poeta y dramaturga. Murió en el año de 1695.

jueves, marzo 08, 2007

La Ceguera de Alberto


......Alberto Blind despertó un día, sin poder ver. Oscuridad total, visibilidad nula. Había quedado ciego.
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......Como pudo se repuso, echó a un lado la fatalidad, se levantó y decidió que igual iría a trabajar. Al bajar de la cama, consiguió las pantuflas en la misma posición de hace cuarenta y cinco años.
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......Se quitó la pijama, la dobló y la guardó en el mismo lugar de siempre. Fue al baño y practicó su rutina diaria de aseo, sin saltar ningún paso. Vestirse tampoco fue problema, la ropa estaba como siempre, al igual que la pijama y las pantuflas.
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......En el desayuno no hubo nada nuevo. Aun sin vista, pudo seguir sin tropiezos el camino hacia el plato con el par de huevos fritos, el jamón, las tostadas, el vaso de jugo y el café.
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......Sabía donde estaba parada su esposa y hacia allá lanzó el beso antes de salir.
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......Conocía de memoria el corto trayecto hasta su pequeño negocio de venta de electrodomésticos.
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......Ni la cajera, ni el vendedor, ni el mensajero, se dieron cuenta de la actual situación del señor Blind. Pero cómo, si hizo lo mismo de todos los días: Dar los buenos días sin detenerse a conversar con sus empleados, sentarse en el escritorio ubicado detrás del mostrador y ponerse a leer el periódico detenidamente, sólo que esta vez, en realidad no leía.
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......Al mediodía, su esposa le llevó el almuerzo (como siempre). Se sentó en la misma silla de siempre, a esperar que su esposo terminara de comer; esto sin que ambos emitieran comentario o palabra alguna. Sólo se oía el ruido de los cubiertos que manipulaba con destreza, Alberto Blind.
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......Al final de la tarde, se levantó de su silla, se dirigió hacia la puerta y se despidió con un parsimonioso “Hasta mañana”. Sus empleados se encargaban siempre de cerrar y dejar todo dispuesto para el siguiente día laboral.
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......Así transcurrió la semana. La misma rutina, todo igual, nada cambiaba. El “problema” de Alberto Blind, era casi imperceptible.
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......El viernes por la noche, se sentó en su butaca, frente al televisor. Su esposa le trajo una cerveza y le alcanzó el control remoto. Alberto sabía cuantas veces tenia que presionar el botón de cambios para llegar al canal de deportes, “Noche de Boxeo”, como todos los viernes a esa hora.
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......Al acostarse, el señor y la señora Blind, comenzaron el ritual de “todos los viernes a esa hora”. Alberto rozó la pierna de su señora por unos breves instantes, tres besos en el seno izquierdo, dos en el cuello y uno un poco más largo en la boca. Como si fuesen el par de pantuflas, adoptaron la misma posición de siempre. El mismo ritmo y la misma duración... de siempre.
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......Igual fue la semana siguiente, y la otra, y la subsiguiente. La ceguera persistía, al igual que la rutina, y Alberto olvidó cuál fue el preciso instante en que se quedó ciego. Hasta llegó a dudar, de si en realidad, estaba ciego.


martes, marzo 06, 2007

Flojazo en la oficina




Flojazo estaba en su oficina. Miraba el calendario que le acababan de entregar y de inmediato se puso a revisar mes a mes, marcando con un resaltador los días feriados.
Al rato, se vio forzado a dejar su ardua tarea a un lado, ya que Número Uno lo llamó a su oficina.

El día anterior se habían suscitado una serie de extraños acontecimientos en la oficina. Los sistemas colapsaron debido a una falla hasta ahora injustificada, ocasionando la interrupción momentánea del “Servicio Centralizado de Información”.

Número Uno encargó a Flojazo encontrar la causa del problema y erradicarla, advirtiéndole además, que esa situación no podía repetirse. La acción debía acompañarse con su respectivo y detallado informe (gráficas y presentación incluidas).

-Cuente con eso, Número Uno. Sabe que puede confiar en mí, no se preocupe, este es un trabajo para Súper Flojazo. Siga usted en lo que sea que esté haciendo, que de seguro es muy importante. Flojazo se encargará de todo.

Una vez en su escritorio, Flojazo abrió la sesión de Internet Explorer en su computadora, entró a la página de Google y escribió en la ventana de búsqueda: “No soporto a este cabrón”... en 0,17 segundos, la búsqueda arrojó 47.200 resultados.

Disponiéndose a comenzar su proceso de investigación, Flojazo revisó su escritorio y encontró sus estacas de plata en forma de lápices, la pistola automática que parecía una engrapadora, el rastreador satelital que se asemejaba a un beeper y los clips explosivos.

Buscó en otra gaveta y se percató de que su mini bomba sónica camuflajeada a manera de pelota antiestrés y la linterna de rayos solares, también estaban allí. Todo su arsenal estaba completo.

“Lo que está pasando es muy extraño, éste va a ser un caso difícil de resolver, hay que estar preparado...” – pensó.

Flojazo andaba nuevamente debatiéndose entre sus constantes divagaciones y paranoias: ¿Duendes?, ¿alienígenas?, ¿terroristas?, ¿alguna organización ultra secreta?, o quizás... ¿vampiros?.

Había que estar alerta, no se podía bajar la guardia. “Ellos” podían estar en cualquier lado. Flojazo permanecía siempre atento a cualquier señal. Presto en todo momento a atender el llamado de su “carnal” Blade o de su intima amiga, Sir Integra Fairbrook s, de la Organización Hellsing.

Nuestro amigo se inclinaba más por la última opción que se planteó ¡Vampiros! Y es que Flojazo siempre dudó, hasta del mismísimo Número Uno; también sospechaba de Cleptus González, el administrador de la empresa. Pensaba que algo raro había en la personalidad de Malevolgia Vargas, la jefe de personal, y ni hablar de Dora, la rubia y voluptuosa secretaria. También estaba Igor Manrique, el del archivo: hombre bajito, calvo, de ojos saltones y un eterno suéter con olor a Paella Valenciana.

Cleptus era un hombre amargado que siempre tenía problemas para autorizar el pago de la nómina. En realidad, todo el tiempo ponía complicación a cualquier cosa que se relacionara con desembolso de dinero, fuese de él o de la empresa. En una oportunidad, Flojazo juró a sus amigos, haber visto a Cleptus transformarse en Canguro y en otra, tomar la forma de un Cocodrilo. La constante era siempre, brazos cortos que no llegaban a los bolsillos, en eso cayó en cuenta Samuel, compañero de Flojazo.

Malevolgia, parecía llevar puesta una mascara, de tanto maquillaje que usaba. Una vez, Flojazo tropezó con ella y sintió que su cuerpo estaba rígido, duro, no había carne. Las mujeres de la oficina decían que eso era a causa de las vendas que usaba. Flojazo insistía en la dureza y rigidez y recibió por respuesta un extraño nombre: “Fajayeso”. ¡Dios! – Exclamó – ¿Será una nueva arma de los Nosferatu? – se preguntó.

“La Vampiresa” era el término utilizado en la oficina, para referirse a la Jefe de Personal. Su obsesión por que todo el mundo trabajara horas extras sin cobrarlas y la prohibición a solicitar aumentos de sueldos o bonos especiales, hacía que todos pensaran en que pronto exigiría la sangre de cada uno en nombre de la corporación.

“La Corporación”, con sólo mencionarla, los pelos se le ponían de punta a nuestro héroe. “La Corporación”, eso sonaba a “Ente maléfico dispuesto a expropiar vidas, succionando hasta la última gota de sangre”. Flojazo, a veces pensaba que estaba en la boca del lobo, entre las fauces de la bestia.

Dora, la secretaria de largas piernas, grandes y esféricas tetas y curvilínea figura, no parecía real. Hasta el momento en que abría la boca, uno no podía más que pensar en perfección y eso no era normal. Su conmovedor trasero a lo J-lo, contrastaba con una voz chillona y aterradora que alcanzaba insanos decibeles y recordaba a las legendarias Banshees

Flojazo escuchaba atentamente a sus compañeras de trabajo cada vez que hablaban de Dora. Estaba buscando pistas: “La perra”, “la Zorra”, “la Bicha”. Haciendo lo propio con sus compañeros, obtuvo lo siguiente: “La Potra”, “caballota”, “sapo echado”, “morrocoy en la misma posición que la del sapo”. A su parecer, todo indicaba que esta extraña mujer, al igual que Cleptus, estaba dotada de ese extraordinario don, propio en vampiros, de tomar la forma de algunos animales; aunque tenía entendido que sólo era en lobos, murciélagos y serpientes, pero en fin, con tanto adelanto, debía tratarse de un nuevo paso en la cadena evolutiva de esta especie.

Otra pista importante y a la vez curiosa, a Dora no le gustaba estar cerca de la fotocopiadora (Jejejé, qué gracioso: Fotocopia + Dora = Fotocopiadora. Buen chiste, buen chiste, pero mejor no se los explico) .

¿Intolerancia a la luz? Al salir a la calle, la secretaria se cubría con un abrigo y usaba enormes lentes oscuros, cual modelo de portada de revistas de modelos de portadas. Dentro de la oficina, sí que mostraba todo, cual modelo de portada de revistas de modelos de portada que lo muestran todo.

Igor era todo un personaje. Jamás se le veía fuera del archivo, a menos claro está, de que así lo requiriese Número Uno, por quien mostraba una enfermiza y vehemente fidelidad. Eran las únicas ordenes que seguía sin refunfuñar, sin chistar. Casi se le podía escuchar responder: “Ordene amo, ordene”.

Flojazo recordó que en un par de ocasiones, en las que se vio obligado a ir a la oficina, siendo fin de semana, se había topado con Igor. Vigilante, observándolo todo, pero siempre desde su archivo. Área restringida para todo el mundo. Zona misteriosa cuyo único acceso permitido era a través de una ventanilla.

A Igor, nunca se le veía comer. Conversando con el resto de los compañeros, Flojazo lanzaba al aire su tesis: “Sólo come cucarachas, arañas, hormigas y pequeños ratones, que atrapa dentro del mismo archivo”. Todos reían y coreaban al unísono: “Ay Flojazo, tú si inventas...”

A decir verdad, la paranoia de Flojazo tenía su razón de ser. Ante lo raro y peculiar que resultaban ciertos personajes que le rodeaban, éste muchacho manejaba hipótesis, teorías, experiencias vividas en el pasado, un largo recorrido y un duro trajinar en su interminable lucha contra el mal.

Chupa-sangres, monstruos, extraterrestres, licántropos, fantasmas, seres fantásticos, villanos, falsos gestores, cobradores, policías corruptos, matraqueros, supervisores déspotas, gerentes intransigentes, recolección de firmas, procesos revocatorios, elecciones “tramparentes”, de todo se había encontrado Flojazo en su camino.

Ya se lo había advertido su maestro Lobsang Rampa, en los años en que estuvo en el Tibet: “Tu advenimiento a esta tierra, es para cumplir con un fin específico...” Y enseguida le guiñó el tercer ojo. También se lo indicó su guía espiritual, Kalimán: “Mente sana, cuerpo sano. Toma Redbull, que revitaliza cuerpo y mente...”.

De allí la preparación de Flojazo en el arte del Kung-Fú, en el lejano oriente, por allá por Yaguaraparo Estado Sucre, con su maestro Chuito Ruíz, a quien apodaban “El Chino”.

Aprendió las milenarias técnicas Ninjas, de la mano del maestro Fujimaru del viento. Hizo una pasantía en la escuela del Maestro Borrachón, compró todos los afiches de Bruce Lee, vio las películas de Jackie Chan y se leyó las revistas del Santo y Blue Demon.

Al celular de Flojazo, llegó el siguiente mensaje de texto: “El informe y la presentación son para ayer”. Recordó entonces la búsqueda que inició en Google – ¡Cabrón!

Abrió varias sesiones en su computadora y se puso a trabajar. Dígitos por aquí, comandos por allá, búsqueda en manuales, estadísticas. Se encontraba bastante entretenido cuando de súbito, su séptimo sentido trajo a colación otra pista importantísima, un detalle que hasta ahora había pasado por alto.

En las pasadas fiestas decembrinas, él y su compañero Samuel, extrañamente fueron los únicos invitados a almorzar por lo predios de La Candelaria, con los directivos de la empresa. Sólo ellos dos se atiborraron de cerveza y pan con ajo.

-El pan con ajo, eso es. Allí está la clave – Pensaba en voz alta. Los demás lo miraban con familiar extrañeza, algo de costumbre había. – Flojazo hablando solo otra vez – comentaban algunos.

Los demás consumieron vino tinto y carpaccio de lomito; es decir, los directivos: La Jefe de Personal, el Administrador, Número Uno y dos lúgrubes y enigmáticos personajes vestidos de negro, que nunca se quitaron los lentes oscuros (¿los Hermanos Chang?). Estos últimos, venían de “La Corporación”. También estaba Dora, ella tampoco probó el pan con ajo (Pan + Dora = Pandora. Jajajaja, qué bueno, qué bueno. Pero éste, tampoco lo voy a explicar)

Consultando la enciclopedia de Bram Stoker, Flojazo confirmó su conjetura. Los vampiros y los ajos, no son afines.

Los únicos invitados al almuerzo aquel, el pan con ajo, la falla en los sistemas, la perfecta simetría de las tetas de la secretaria. Muchos cabos por atar; Flojazo necesitaba meditar, así que recordando las enseñanzas de su maestro Lobsang, se dispuso a entrar en trance.

La cicatriz que llevaba en la frente en forma de rayo, enrojeció de repente y comenzó a dolerle (Sí, allí en la frente, ¿qué no la ven? Pero si allí está, a ver, acérquense un poco, ¿la ven?) Esto era el indicio de que algo pérfido y maligno lo acechaba, y estaba cerca, muy cerca.

Dora se acercó a su escritorio (al de Flojazo, no al de ella) y lo hizo incorporarse de un salto, al sorprenderlo desprevenido. Se encontraba meditando en su puesto, tratando de hallar respuestas. Estaba en posición de descanso, con la frente pegada al tablero de la computadora, los brazos colgando a ambos lados y la boca abierta y babeante. Cuando se levantó, la cicatriz de la frente en forma de rayo, se veía cubierta por una fila de cuadritos, en donde se distinguía un extraña frase: “ASDFGHJKLÑ”

Sólo estaba meditando, recuerden que Flojazo está siempre alerta, para algo tiene 7 sentidos en lugar de 5. Olfato, gusto, vista, tacto, oído, el del humor y el sentido pésame.

-Qué pasa, Dora. Me sacas de concentración – refunfuñó Flojazo –. Me parece que tu tiempo se acorta – sentenció Dora.

Flojazo abrió disimuladamente la gaveta de su escritorio y tomó una de las estacas en forma de lápiz. Dora dio media vuelta y se retiró dejando su estela en el ambiente. La estaca abandonó la mano de flojazo y regresó a su lugar. De inmediato, tuvo la punzante sensación de que varias miradas se centraban en él. Estaba siendo observado. Las fieras acechaban a su presa...



viernes, marzo 02, 2007

Transitando por las calles del "mini-texto"


Hace un tiempo, nos reunimos un grupo de amigos, para realizar el siguiente ejercicio: A través de correos electrónicos, propusimos escribir lo que se nos viniera en gana y luego entre nosotros mismos, evaluaríamos el contenido de cada texto.

El resultado no fue el esperado, más bien fue otra cosa. Alguien envió su escrito y otros nos amalgamamos a esa primera historia.

Transcribiré textualmente cada escrito. De los autores, sólo daré pequeñas pistas acerca de su identificación (intentando salvaguardar sus verdaderas identidades).

El presente trabajo, quedará para la posteridad, como un ejemplo de lo prolija que puede resultar la imaginación y la creatividad del ser humano (¡Caramba!).

No se trata de realizar un plagio, mucho menos un “fusilamiento”, pero sí de armar “algo”, para presentarlo a extraños con ayuda de conocidos, sin que estos últimos necesariamente se den por enterados. Si lo hacen, ya es bajo su propia responsabilidad nemotécnica.

A continuación, el ejercicio:
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“Dani” –que para aquel entonces, contaba con 16 años – escribió:
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“De: Dani
Fecha: 11/14/04 09:42:23
Para: Los Muchachos
Asunto: Obsesión


Este es un cuentito que escribí para lengua española, espero que les guste...

OBSESIÓN

Hoy, un día como cualquiera, llegó atroz el remolino de viento que solía resoplar cada día a la misma hora, todo era normal, al parecer hoy tampoco vendrías. Ella en algún momento fue la que convirtió mis noches en día, aquella que hizo que mis pensamientos volaran cual pájaros al viento, aquella que se adueñó de mi corazón y mi alma, esa que me traicionó e hizo añicos de mi cuerpo destajándome poco a poco carcomiendo cada uno de mis sentidos, yo la amaba, aún la amo.
Y es que mi problema es que soy un poco curioso. La conocí una tarde de mayo alrededor de las cinco, en un viejo café que hacía esquina en una calle empedrada, aquella chica de cabellos largos y enredados color canela fuerte y esos ojos negros penetrantes que me volvían loco, sus mejillas carmín y sus labios rosas y esa piel, esa piel que tantas noches soñé, esa piel tan blanca y suave, tan delicada como los pétalos de las calas, ¡Cómo la amé señorita!...
Todas las tardes la veía tomar su té de las cinco en el mismo sitio, la misma mesa, el mismo tipo de panecillo, día tras día la seguí, noche tras noche la sentí entre mis brazos. Aún recuerdo muy bien, cómo te besaba y acariciaba en los parques y plazas, me encantaba verte sonreír cuando te obsequiaba algún detalle, pero gracias a ti todo se derrumbó aquel día en que te vi con un sujeto muy extraño en aquel café, tomando contigo el té de las cinco, ¡cómo te odié! Te odié tanto, tanto...
Nunca lo pude superar, tal fue mi odio que esperé a verte a las cinco en sitio acostumbrado para tomar el té y para mi suerte estabas sola, coloqué esta droga en tu bebida, te llevé a mi cabaña adentrada en el bosque y me divertí contigo un rato.
Recuerdo cómo tomé tus hermosas muñecas y las até fuertemente a una mesa, hice lo mismo con tus preciosos tobillos, allí estabas tú sin ropa y a mi merced, esperé a que despertaras, en cuanto lo hiciste tomé mi navaja y la deslicé suavemente desde tu pecho hasta tu vientre, no pude evitar el ser curioso esta vez, lentamente noté como tu sangre corría desde tu cuerpo, bañaba a la mesa y llegaba hasta el suelo de la cabaña, tus órganos internos aún palpitantes fueron extirpados uno a uno, con calma, no había prisa alguna y luego fueron colocados en envases separados, no sabíamos si los utilizaríamos después.
Yo podía ver tu dolor mientras hacía esto pero no se comparaba con todo lo que tú me hiciste sufrir a mí cuando me traicionaste..
Al final del día rellené tu cuerpo con algodón y lo zurcí, luego te bañé, te vestí, te peiné, te perfumé y te acosté muy dulcemente en la cama, allí estabas tú tan pacífica y bella como siempre, te besé y me alejé de esa cabaña para nunca más volver. Ahora, todos los días a las cinco de la tarde espero que vuelvas con tu radiante sonrisa a pedir tu té y tu panecillo de pasas, pero sé que esta tarde no vendrás... Lástima que nunca te conocí mi bella dama...”
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“Bodhisattva” – que para ese entonces, tenía más edad que ahora – respondió:
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“De: Bodhisattva
Fecha: 11/15/04 12:51:55
Para: Los muchachos
Asunto: Obsesión-Ada


Hoy como cada tarde, me apresuro a tu encuentro, sé que estás allí,
aguardándome, esperando esa señal para nuestro definitivo encuentro. He venido todas las tardes a la misma hora y misma mesa desde aquella fresca tarde de mayo en que por primera vez noté tu presencia.
Te recuerdo tímido y a la vez vivaz, tu rostro y tu cuerpo me mostraban al ser apasionado que soñaba sobre mi cuerpo, tenías un no se qué que inmediatamente despertó en mí las ganas de que fueras alocadamente mío, por siempre, para siempre.
Ayer casi no pude observarte, el vendedor de enciclopedias, a quien tantas veces he dado evasivas, me siguió desde el trabajo hasta el café, no te imaginas lo que pasaba por mi mente mientras él intentaba en su charla venderme sus títulos... "En esta enciclopedia podrá encontrar los viajes maravillosos de Alejandro Magno..." ... y allí estábamos los dos, cabalgando desnudos para conquistar nuevas tierras...
Por eso hoy vine definitivamente a tu encuentro...
Solo siento un sordo silencio, hay vacuidad, serenidad... Estoy y no estoy, soy y no soy... se siente bien... creo que faltó algo por decir en algún lugar y en algún momento... aquí no hay tiempo ni espacio... igual volví para concluir algo y sólo se me ocurre decir:

Hola, me llamo Ada.”
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“¿?” – es decir, otra persona que “obviamente” no soy yo y que tenía la misma edad que ahora – completé, es decir, completó con lo siguiente:
.
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“De: ¿?
Fecha: 11/15/04 18:06:23
Para: Los Muchachos
Asunto: Observando la obsesión

Que tarde tan triste, esta de Mayo. Que soledad se respira en mi cuarto. Ja! De qué me quejo? Es la misma soledad de siempre, la que me sigue a cada esquina de esta desolada habitación, cada tarde triste de Mayo. Y de Enero, y de Febrero, de Abril...

Mi ventana, mi adorada ventana. El puente hacia lo que existe y que no
guarda relación con mi etérea vida. A través de ella escapo, a través de ella huyo, me libero de mis ataduras, de mis cadenas, malditas cadenas.

Son las cinco, allí estará ella. Mi amiga. - Hola! Hola! Me escuchas?
No, no me oye - Hey, soy yo! Aquí, arriba, mírame.
No, no me mira.

Que bella estas hoy amiga, que lindos tu cabellos largos enredados, color canela fuerte. Tus ojos de ópalo y tus mejillas color pasión, color que nunca conoceré. No importa, me conformo con mirarte, con olerte, con sentirte a través del vidrio de mi ventana.

Allá voy, me escapare como otras veces y tomare de tu té, comeré de tu
panecillo y viviré en tus historias. Seré cada letra de tu libro, cada
noticia de tu periódico, cada hoja que cae a tu lado. Estoy allí, si, estoy allí.

Pero que haces tonto? Otra ves tus estúpidas enciclopedias, tus insulsos libros. Que no te das cuenta? Molestas, sobras. Vete de aquí! No ves que estamos ocupados? Conversamos, nos miramos, nos tocamos. Que no te das cuenta? Nos amamos.

Y ahora que? No, no puede ser. El gaznápiro de la mirada curiosa. Otra tarde, otra tarde aquí. Por qué aquí? No me engañas, esa mirada triste me dice mucho. Ese caminar zigzagueante, parsimonioso, calmo, expectante, que terrible combinación. No, no me engañas. No eres bueno, no puedes ser bueno.

Que haces? Otra vez la miras? Que tanto ves? - No le hagas caso amiga, ven.
Ven conmigo, no lo escuches, no lo veas, no. No lo veas, no lo escuches, no dejes que se acerque...

Maldita tarde triste, que fatuo presentimiento. Mis cadenas, malditas sean mis cadenas. No lo veas, amiga. No lo escuches. -Hey tu! El de la mirada curiosa, a veces triste y otras vivaz. Ven por mi, llévame a mi.

Te conozco demonio, te conozco. Se quien eres, te he visto en mis sueños, en mis pesadillas. Ven por mi, íncubo, déjala a ella y ven por mi...

Que triste tarde, que sola y vacía tarde. Otro día, otro triste, solo y vacío día. - Hey tu! El de las enciclopedias. Haz visto a mi amiga? Si, la de los panecillos y el te de las cinco. No sabes nada?

Donde estas amiga? Donde estas?”
.
.
Ha pasado cierto tiempo, desde este ejercicio. Estoy seguro de que actualmente cambiaríamos y corregiríamos muchas cosas. Sin embargo, lo interesante de todo esto, es lo prolija que puede resultar nuestra imaginación (sí, ya lo dije).

Por otro lado, me permite traer a colación, un tema por demás fascinante, que leí en Internet:

“Por las calles del mini-texto”, Fedosy Santaella, Caja virtual, Miércoles 12 de Julio de 2006.

No voy a ahondar en más detalles; pienso que con leer cada texto y la referencia, es suficiente.

Mi cuñada, mi hija y yo… ¡OH! Disculpen. ¿Podrían obviar esto último?

¡Eh! Mis “amiguitos” y yo, queremos invitarlos a hacer lo propio con sus respectivos grupos o conocidos. Créanme que es un muy buen ejercicio de creatividad.

Saludos