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Gracias a Paulo Coelho, Maytte, Alfonso León y Carlos Fraga, he aprendido que son muchas las cosas sobre las que podemos ejercer un control total. Ahora bien, después de un análisis profundo, crítico y escatológico; me percaté de una acción sobre la cual, el poder que tenemos para modificarla, influenciarla o alterarla, a veces pasa desapercibido. Me refiero al atávico y ancestral arte de hacer “Número dos”.
En una oportunidad, escuché a un personaje tan soez como divertido, de esos que uno dice, “¡coño!, ese carajo sí es grosero nojoda, y vulgar el coño e’ madre, mejor ni lo escucho porque cada vez que lo hago, me cago de la risa”. El hombre en su espectáculo, hablaba de la costumbre que tenía el ser humano, de ir al baño, evacuar y luego de limpiarse, observar con detalle no sólo el papel higiénico ya usado, sino también el resultado de su acción.
Nunca me he atrevido a preguntárselo a nadie, pero la risa colectiva de aquel momento me hizo inferir que la cosa era cierta. Yo también me reí, y a partir de ese momento, me hice menos ignorante y más consciente de ese hecho. Esto me permitió realizar el análisis antes mencionado.
De seguro usted se ha dado cuenta de que en cada visita al baño, después de sentarse a leer el periódico, una revista, un libro, darse suaves golpes en las rodillas, hacer que se broten las venas ubicadas en el cuello, sudar un poco o simplemente llegar a conclusiones sorprendentes; lo que se deja depositado en la poceta, casi nunca tiene la misma forma, color o textura.
Pues sepa que en muchos casos, quien afecta, altera o modifica ese resultado, es usted mismo, mi querido amigo, mi querida amiga.
Tómese un par de vasos de jugo de remolacha, espere un tiempo y luego vaya al baño. Verá que el color del producto de su deposición, no es el acostumbrado. Haga la prueba tomándose ahora, media taza de leche de magnesia. Ya no tendrá que esperar mucho, vaya al baño, o mejor dicho, corra y, percátese de la textura ¿Verdad que no es la de siempre? ¿Qué me dice de la forma?.
Incluso podemos alterar la cantidad. Durante el día, en sus comidas, consuma sólo galletas de soda, lechuga, atún y tome solamente agua (no, nunca he estado en el Miss Venezuela, qué les pasa, yo soy un hombrecito), le puedo asegurar que al final, no será copioso el fruto. En cambio, aún recuerdo aquel glorioso día en que lo que más hice fue comer. De todo, sin remilgos, culpas, ni arrepentimiento. Juro que esa noche, después de un largo y agotador proceso, me sentí como la Gran Reina Madre Anaconda, luego de parir a su fornido y largo vástago. Hasta le tomé una foto. Claro, estaba orgulloso. Cada vez que mi esposa dice, “menos mal que ustedes los hombres, no paren”, me acuerdo de aquel día.
Abundan los ejemplos, créanme que he realizado muchas pruebas, y efectuado las respectivas observaciones. Por un tiempo estuve tomando un complejo vitamínico que además contenía altas dosis de hierro, eso me sirvió para inventarle un sobrenombre a mi amigo, el afrodescendiente Luís, le puse “Mojón negro”, en verdad que le quedó muy bien.
Por cierto, lucen muy “artísticos”, cuando uno ingiere granos enteros de maíz, caraotas, frijoles o petipua (no me refiero a los amigos afrodescendientes, sino al objeto de estudio).
Aún no he descubierto, por qué razón, a veces toman unas formas redondeadas y duras que dificultan su salida, llegando a veces hasta a hacer daño. Estoy por creer que se debe a una antigua maldición que en ocasiones utilizan mi esposa y mis cuñadas (cuando se juntan, hay que huir del “poder de tres”). Con la ceja levantada, mirada maquiavélica y voz grave, lanzan el conjuro: “Ojalá y te de una diarrea de mojones duros...”
¿Les ha sucedido que después de pasar largo rato en el váter, lo único que dejan allí, flotando íngrima y sola, no es más que una miserable pepita marrón? Que encima, se resiste a irse, por más que usted accione una y otra vez la palanca del inodoro. A esas, tampoco les he descubierto su razón de ser.
Como verán, todavía hay mucho camino por recorrer en este estudio, el cual no puedo asegurar que sea todo lo original que quisiera; algunas cosas he leído acerca del tema. Sin embargo, quiero acotar que mis esfuerzos se centran, no en lo que sale de nuestro interior, sino en la sensación que produce el poder influenciarlo y, hasta alterarlo a nuestro antojo. Hace un tiempo leí un reportaje acerca de una artista plástico que producía “obras de arte”, aplicándose un enema con pintura y, expulsando la misma hacia el lienzo. ¡Qué poderosa sensación! Imagino al mismo artista, comiendo arcilla y tomando pintura. ¿Será capaz de reproducir unos lindos jarroncitos?.
Espero haberles dejado algo positivo y de gran ayuda. No me queda más que invitarles a que prueben, experimenten, y si quieren, se animen a plasmar en este espacio sus propias experiencias. Gracias...
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6 comentarios:
Jajaja..Me has dejado algo positivo, aunque no es de gran ayuda, saber que yo vivía enamorada de aquel atole amarillo y cremoso con olor a leche afrodisíaca, que hacían mis hijos cuando eran bebes…
La verdad que venir aquí a la isla del lemur, sigue siendo para mi una terapia protectora contra las fuerzas de la oscuridad.
Besos amapuchosos..
¡Vaya! ¡Jajajajajajajajajajajajaja!
Genial Lémur, genial...
Curiosamente, en una de esas reuniones con amigos bachilleres ellos, uno empieza a hablar de sobre tanta cosa estupida hasta el momento en que tratamos el tema que usted a planteado aquí.
Y me he sorprendido con que usted no es el único que fotografía a sus retoños, ¡NO!. Me quede impresionado al ver uno altísimo (o larguísimo) y oscuro en la pantalla de uno de esos teléfonos celulares super-uf.
¿Es una moda eso ahora? Porque estoy fuera de ella.
Excelente estudio. Excelente jejeje...
Uhm tomarles fotografías... no, definitivamente no me acostumbraría a eso.
Jejejeje! Este si que es un estudio escatológico!
Espero poder aplicar uno de estos tips y poder evacuar mejor xD
Nota: lo de "odalisca" no creo que sea para mi, tal vez "odalisco" :)
Caro:
¿"Terapia protectora"? ¡Retruenos!
Siempre bienvenida, la próxima se trae una botellita de vino para acá, para la isla (de 8.000, esas son buenas).
Bróder Eduardo:
¡Qué ociosidad! Válgame Dios. ¿Qué hace usted conversando de esas cosas con sus amigos bachilleres? ¡Francamente!
The One:
No, no se ponga a hacer esas cosas. Déjeselo a los científicos...
jho jho:
Puedes hacer simulacros de evacuación, para mejorar la técnica.
Por cierto, no entendí lo de "Odalisca". Sólo conozco a una persona a quien llamo de esa manera, en verdad no sé a qué te refieres. Pero tranquilo, sigamos adelante con nuestras investigaciones...
Salud!
interesante post.
pronto te nombraremos en nuestro blog.
Saludos desde Barcelona
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