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Para Caro y sus hijos...
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- Les voy a dar una excelente noticia. Ya tenemos casa.
Pablo Carlos y Eduardo Carlos se miraron con cara de preocupación.
- Otra de las de nuestra madre - exclamó el primer Carlos.
- ¿Y ahora qué? - preguntó el segundo Carlos mientras se cubría la cara con ambas manos.
- Si chicos, ya tenemos casa, pronto nos mudaremos. Y lo mejor de todo es que la hice yo misma.
Los Carlos guardaron silencio, se arrellanaron en el sofá de la casa de los abuelos y esperaron con resignación a que su madre les terminara de poner al tanto de su nuevo “proyecto”.
- Seguramente se habrán preguntado, porqué tantas horas de desvelo, esfuerzo e ingredientes invertidos en un número considerable de tortas.
- Para venderlas - respondieron en coro.
- ¡Exacto! Para vende… ¡NO! Qué vender ni que nada. Todos esos bizcochos los fui guardando para utilizarlos como bloques. Con la azúcar en polvo hice el pastillaje creativo que sirvió de friso para las paredes. El techo es de láminas de chocolate y las ventanas son de gelatina.
- ¿Y las puertas?
- De turrón.
Pablo Carlos y Eduardo Carlos no sabían si reír o llorar, si quedarse o, tratar de escapar en veloz carrera, lejos, muy lejos de los dislates de su madre.
- ¿Qué les parece? - preguntó emocionada la progenitora.
Eduardo Carlos, el más pequeño, con sonrisa maliciosa y mirando hacia el techo tomó la palabra:
- Bueno, ya tenemos la casa de pan. Faltaría decidir quién será Hansel y quién Gretel. Por la tonta bruja ni nos preocupemos.
Pablo Carlos aguantó la risa mientras su madre se quitaba el delantal y limpiaba un poco su cara, toda llena de harina y polvo para hornear.
- Noto cierto sarcasmo en tu comentario, Eduardo Carlos. Te sugiero que si tienes algo que decir, seas lo más claro y explicito posible. Ah, y nada de burlas ni risitas, esto que estamos tratando es muy serio, se trata de nuestro futuro hogar.
- Hogar, “DULCE”, hogar - canturreo Eduardo Carlos.
El otro Carlos volvió a contener la risotada y de un brinco se levantó del sofá para tomar a su madre por los hombros.
Madre -dijo antes de comenzar su lacónico discurso-, sabes que siempre te hemos apoyado, y lo seguiremos haciendo, pero por amor al cielo, cuándo uno de tus proyectos será forjado con sesos y no sueños.
- Ustedes no me quieren, no se dan cuenta de que todo lo hago por vosotros, infelices criaturas desalmadas, indolentes y con cerebro de pájaro. Ni siquiera cumplen con su inveterado y bíblico compromiso de honrar a su madre, que también es padre…
- Aquí vamos de nuevo- con hablar cansino y pausado, se levantó Eduardo Carlos y con el dedo índice de su mano derecha, le dio varios toques en el hombro a su madre para hacer que se volteara hacia él -. Querida madre, ¿recuerdas cuando fabricaste aquella casa de paja? En aquel entonces te advertimos de que cualquier hijo de puta podía venir y, soplar, soplar y soplar hasta derribarla. Pues recuerda también que así fue.
- Sí, y después hubo otro intento con una casa de madera – intervino Pablo Carlos -, que tampoco funcionó porque el mismo disociado nos encontró y repitió la gracia.
- Luego nos gastamos los ahorritos para construir una de bloque y cemento y… nos expropiaron…- dijo Eduardo Carlos.
Y fue así como continuaron evocando todos y cada uno de los intentos fallidos, para tener una vivienda digna.
- Lo último fue lo de encadenarnos a las puertas del Ministerio – dijo ya entre risas la madre.
- Y resultó ser el de Magia – complementaron a dúo los Carlos.
- Bueno, okey, ya tenemos vivienda propia pero, y qué vamos a hacer cuando la necesidad de satisfacer instintos tan básicos como por ejemplo, el hambre, se haga presente y no podamos apañar la situación con otros instintos no tan básicos, como por ejemplo…
- ¡Coño, ya Pablo Carlos! Qué más vamos a hacer. Con la “peladera” que se avecina, producto de la “no venta” de las fulanas tortas y, el gran desembolso que hizo nuestra genial madre para adquirir los materiales, no nos quedará otra que ir comiéndonos poco a poco la casa.
- ¡Pequeños hombres de poca fe! – exclamó la madre extendiendo los brazos al cielo-. Por cierto Pablo Carlos, ¿has notado el lenguaje tan soez que está utilizando tu hermano menor?.
- Si madre, creo que eso es por ver tanto a Naruto y al Avatar.
- ¡Arriba el colesterol! ¡Que suban los triglicéridos! – coreaban luego los Carlos mientras bailoteaban alrededor de su mamá.
- ¿Y qué hacer si llueve? – preguntaba uno de los Carlos.
- Pues, ojalá que llueva café, así acompañamos las tortas – respondía el otro.
- No me toman en serio, nunca me toman en serio – gimoteaba la madre.
- Vamos mamá, sabes que siempre estaremos contigo y que, juntos somos un gran equipo. Somos… somos como Los Cuatro Fantásticos.
- ¿Y quién es el cuarto integrante?
- Tu cabezota, que es tan dura como el hombre de piedra – respondió Eduardo Carlos para recibir luego un manotazo de su hermano.
- Basta ya, déjala en paz. Madre, tú eres nuestra luz, nuestra alegría y nuestro refugio. Así que, adelante madre, siempre hacia adelante. Como decía Agatha Christie, “…la vida es una calle de sentido único”- Le dijo Pablo Carlos, tratando de consolarla. Luego, unidos en un solo suspiro, los tres regresaron al sofá, y con hilos de esperanza comenzaron a tejer un nuevo sueño.
2 comentarios:
De línea en línea mientras leo tu cuento basado en hechos reales.(claro esta) no he podido parar de reír..Sobretodo porque los hermanos Pablo y Juan Carlos no me llaman Madre y mucho menos mama..A secas. Caro..Lolllllllll
" no se dan cuenta que lo hago por vosotrossssssss..jajaja, una vez pablo me dijo:- Caro por favor no me compres nada que tu creas que me va gustar..Sino todo lo contrario. jajaja -"No me toman en serio, nunca me toman en serio"...
Gracias lemur, por este cuento tan precioso que me has regalado, ciertamente la casa la estamos armando de sueños, de risas, de imprevistos, de cositas hechas a mano, plantas, detalles que nos han donado, con amor. Me haces recordarme quien era yo hace un mes metida en la clínica con mi madre, hace una semana mientras metía toda mi vida en pocas cajas, Me refiero a que si se puede recordar con menos de 48 horas de por medio. ¿O "recordar" queda demasiado grande? yo me recuerdo y todo me ha cambiado tanto dentro de mi..Que ahora puedo y se que es posible construir un “hogar dulce hogar” solo de chocolate.
Besos, mi querido amigo, porque en este momento conmovida creo que voy a pasar de la risa al llanto en un momentito ..Así que os dejo a vosotros todo mi cariño..jajaja.
Caro
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