martes, septiembre 30, 2008

KAYLA

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En la barra del bar, un shot de tequila y una cerveza. ¿Ves al hombre sentado en el otro extremo de la barra? No, no lo ves, pero el a ti sí. Te observa con detenimiento. Tu mirada ha cambiado, ahora es lánguida. Apagas la colilla del cigarro y miras hacia abajo. Piensas en el aquí y el ahora, que no es un escape, no es una rabieta, ni siquiera es un acto rebelde de juventud repentina. Simplemente estás allí, porque no hay adonde.

Pasas la lengua por tus labios y el hombre del otro extremo siente un pequeño espasmo entre sus piernas. “Dos vodkas más, y me le acerco”, piensa él, mientras tu tratas de dilucidar, “qué carajo hago yo aquí”.

La noche transcurre, ya fueron cinco shots y tres cervezas, así que pides otra ronda porque mejor seguimos con los números pares. Ahora miras al frente, y alrededor; quienes están, no te merecen. No, esas caderas y esos colmillos, no son para cualquier sabandija. No vas a compartir la ausencia de ropa interior con ningún mequetrefe. ¿Más cerveza?, no, sólo tequila.

El hombre se levanta, por fin se levanta y camina en dirección hacia ti, pero cuando ya está cerca, decide proseguir hasta el baño, no sin antes percatarse de tu olor. “Aaah, conozco ese olor, es fuerte, salvaje, animal. Es ella, sí es ella...”

Entra al baño, abre su bragueta, el erecto entusiasmo dificulta la micción. Se pasa la mano por la cabeza y luego golpea la pared. “Sabía que no debía venir. Es ella...”. Comienza a temblar y casi cae de rodillas. Su pulso se acelera y vienen a su mente imágenes de bosques, luna llena, dientes, colmillos. Huele a carne fresca, a sangre, a jauría. Trata de reponerse, se incorpora, acomoda su ropa, seca el sudor de la frente y el cuello, lava su cara, se seca y sale del baño. Vuelve a pasar cerca de ti y se detiene, el aroma lo perturba. Regresa a su puesto y pide otro vodka.

Tus mejillas están calientes y las piernas piden movimiento, el vestido parece haberse encogido de repente, porque ahora muestras más los senos. Ya son muchos los que miran, desean. Más de un cuello a tu disposición, sangre para acompañar el tequila.

Altiva, coqueta. Ahora sonríes, lograste llamar la atención, pero no estás conforme. Buscas otra cosa. Quieres salir, huir, correr. Hay cadenas invisibles, no se ven, sólo se sienten. ¡Maldita sea!

“Dos vodkas más, y le hablo”, ya fueron ocho. Diriges la mirada hacia el otro extremo de la barra, y el hombre tiembla, aprieta los puños y se muerde los labios. Sale sangre, y tú la hueles. Te levantas, y caminas siguiendo tu nariz. Ya lo ubicas, llegas y miras a todos lados, un trago de vodka a medio terminar y una silla vacía. “Estuvo aquí, sé que estuvo aquí...”

A media cuadra de allí, un pañuelo con manchas de sangre cae al suelo. Transformación interrumpida. El hombre huye, tenía que hacerlo, si no, sucumbiría. Igual que otrora.

Aquella oportunidad, la primera noche, juró que sería la última. No se volvería a unir a la jauría. No volvería a cazar junto a ti. Sabía que terminarían con el olor a sangre fresca en el hocico, revolcándose en la hierba, lamiéndose, mordisqueándose, fornicando. Maldita y divina noche, causante de desvaríos y sueños profanos. “Kayla, mi amada y prohibida Kayla...”

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5 comentarios:

Lena yau dijo...

OH!

Que relato tan sabroso, Lemur!

Me pillaste con el final.

A cada salida, la dirección cambiaba!

Tricky!

Lo disfruté mucho!

(Gracias, Lemur, por el comentario en MILF...me entusiasma, gracias)

Nos seguimos leyendo!

Un abrazo!

L.Y

Anónimo dijo...

. Te leo y me digo, "qué cosas las de esta Carolina mía. Ahora y que caminando en la oscuridad, como una criatura de la noche, buscando néctares y yugulares..."


"Te leo y me digo, "qué cosas las de esta Kayla. Ahora caminando en la oscuridad, como una criatura de la noche, buscando néctares y yugulares..."
Me detengo y comienzo a imaginar. Y resulta que sí, que si estás allí, en una calle, caminado entre gente y luces de neón. Tacones altos, medias de malla negra, un vestido ceñido al cuerpo, labios rojos y el cabello suelto. Mirada ladina que se pierde entre el humo de un cigarrillo...
kayla soy yo.

JCZ dijo...

Lena: Qué honor! Sí, nos seguimos leyendo, seguro que sí, ya he ido muchas veces a las mil orillas...

Salud!

Anònima: Seguro que eres anónima?, yo creo saber quién eres, "tacones altos, mallas negras, labios rojos..." Mmmmmm, eeeeehhhh, me suena, me suena... me suena a película de Quentin Tarantino...

Anónimo dijo...

Estoy en esta casa nueva para mi, que no es nueva. Era nueva hace 40 años, luego fue la casa de alguien mas y ahora es mi casa. es mia por un tiempo desde mayo y eso es lo que cuenta. También cuenta que echemos de menos algunas cosas, las baldosas llenas de pintura, el sol que entraba por las ventanas, las cajas,empacar. Cuenta porque es algo que nos une un poco,irme, mudarme, despegar estos dias se me torna un ritual sagrado.nunca tengo tiempo de acostumbrarme a algo, cuando apenas empiezo, ya me tengo que ir..por eso es valido, es valido que la mirada se me pierda en el infinito espacio, mientras la nave despega a nuevos rumbos.Gracias mil por tus buenos deseos..Soy tan afortunada.
besos y todo mi cariño
Caro

Anónimo dijo...

Mira lo que encontré el otro día en un cartón de leche:

SE BUSCA

Lémur desaparecido desde hace un buen tiempo. El cyberespacio está consternado por la súbita pérdida de rastro de tan peculiar ser. No es peligroso, pero si no aparece en unas 72 horas, la ausencia se tomará por deceso y el mundo físico y virtual será severamente afectado. Cualquier información que conduzca a su paradero será recompensada con la sonrisa de un niño sano.

¡¿Dónde te metiste?!