martes, agosto 08, 2006

El Blogomonstruo




Una mañana, después de tanto pensar y meditar, me atreví. Me dije a mi mismo “tu puedes” “anda, qué te cuesta?” “no tienes nada que perder”

Y me decidí. Aun con dudas, pero dispuesto a emprender esta nueva aventura, me decidí a crearlo.

“Tres gotas de caldo de maña, un poquito de genialidad concentrada y un leve toque para el corazón, así sólo me querrá a mi, solamente a mi...” Anduve canturriando durante toda esa mañana esta cancioncita, con una melodía que me transportaba a la niñez televisiva, esa de la cual guardo frescos, vívidos y caricaturescos recuerdos.

Le puse esmero y dedicación a la creación de lo que en ningún momento quise que fuese tomado como la representación de mi alter ego. Mucho menos como una extensión de mi propio ser o un registro ornamentado de mi sencilla vida. Únicamente se trataba de diversión, curiosidad por lo nuevo, sana experiencia enriquecedora, un reto, una prueba a mi intelecto.

Así nació, cobró vida. “El Blogomonstruo esta vivo...” - me dije – “Se levanta y anda...”

Me sentí contento y orgulloso cuando nació. “Buen trabajo” Me felicité a mi mismo. Definitivamente no sabia en que me estaba metiendo.

En cuanto pudo se soltó, y yo dije “Allá el...” Pero como todo padre, lo seguí de cerca, vigilando sus pasos, tratando de que no se diera cuenta. Sin embargo, antes de irse le di un cuadernito y le pedí que de manera ininterrumpida, llevara un registro de sus encuentros.

A ratos, me percato de que mi atención esta puesta sobre el, más de lo debido. Descuido otras cosas, por ver que hace, cómo está. Si otros se han topado con el ahora que anda libre. Me angustian esos encuentros.

Sin darme cuenta le conferí el derecho a querer regir mi vida, invadir mi espacio y tratar de consumirme.

El “Horrendo Huésped” como se le llamó a Frankenstein (me pregunto si Mary Shelley, pasó por esto) se siente con identidad propia y se vale de cualquier medio para imponer su criterio y obligarme a hacer lo que el quiere. Intenta desviar, alterar su destino y seguir un rumbo propio.

Eso si, el “Blogomonstruo” pide en su modo imperativo, que lo alimente. Y yo, que en su momento pensé que la nuestra sería una relación simbiótica del tipo mutualista, terminé envuelto en un parasitismo en donde la desventaja la llevo yo precisamente.

“El Engendro” exige carne y sangre, pero no de cualquiera. Exhorta con vehemencia a que sea la mía. Y yo, creyéndome un Prometeo del siglo XXI, hasta intente robar las “artes y dones” de otros para alimentar a mi creación, pero no pude engañarlo.

Me deprimo y caigo en desesperanza, cuando miro al “Blogomonstruo”. Lo observo sin regodearme, porque ya no es como al principio. Ahora es un imperfecto y no pretérito porque aun es “presente”. Está lleno de fallas, de cosas por arreglar, por ajustar, por perfeccionar.

El problema es que su imperfección ya lo hace intolerable, y más que su torpe imagen, su arrogancia. Su manera peyorativa de reflejarme. Su ambición por cosas propias, no inventadas.

Yo le di vida al “Blogomonstruo” para ponerlo en una jaula y exhibirlo, sin importarme un bledo realmente si alguien lo veía o no. Para representar lo banal, lo trivial, no a mi mismo.

De un articulo en Internet, donde se describe la obra de Mary Shelley “Frankenstein o el moderno Prometeo” , extraigo lo siguiente:

“... y, aunque nace inocente, su soledad y el horror y el desprecio que produce su contemplación a las demás personas le van convirtiendo en un ser brutal. Persigue a Frankenstein, destruye a su familia y es posteriormente perseguido por su creador que, responsable de su obra, trata de evitar otros males que la criatura pueda causar.”

Voy por el “Blogomonstruo” y me enfrento a la disyuntiva de si seguir alimentándolo o destruirlo y continuar con mi vida sencilla y tranquila.

Cierro con una perogrullada: “Fue bueno hasta que se volvió malo”

2 comentarios:

EduardoEquis dijo...

UJUM! no paras de pensar en el, no sale de tu mente, hasta el punto que te perturba! si, yo se que es eso...

Pero no hay que exagerar, el tiempo pasa y "la cosa" disminuye...

Suerte!

Isa dijo...

no es tan malo como parece...