miércoles, marzo 26, 2008

Días...

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Existen días, cuyo amanecer trae consigo una extraña sensación de malignidad e irreverencia. Son esos días en los que él, se aparta de la manada; porque su humor y olor cambian, entonces no lo reconocen los otros, ni siquiera él mismo. Justo en ese momento es cuando prefiere vagar solitario por el bosque, explorar solo, andar sin compañía. En ese estado, no le reza a Apolo, su dios; porque se acusa impío, indigno.

Camina con la cabeza gacha, pero no por timidez ni sumisión, sino para esconder sus colmillos. Su hocico no está para lamidas, ni carantoñas, pero si para morder y hacer daño, por eso lo mantiene cerrado. Al abstraerse, evita perturbar su entorno. Prefiere huir hacia la montaña, buscando paz y sosiego -para él y para el resto-, y así calmar su iracundo espíritu.

Por ahora olvida el placer que brinda el roce de la suave brisa en su lomo, la fémina fragancia de las flores, el sabor sanguinolento de la carne fresca; el éxtasis que se consigue al retozar y refocilarse. Deja pasar todo eso y se hace a un lado.

“La felicidad es cosa de humanos, no de lobos…” - Piensa, mientras le gruñe al viento.
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2 comentarios:

Isa dijo...

tenemos algo de lobos por dentro, y muchos de esos días en los que huímos del mundo para no hacer daño. un besote ratoncito!

Anónimo dijo...

Fue así...algo que me venia de adentro, me consumía y entonces comencé a sentir, que algo que he cuidado como lo mejor que me ha pasado, se me iba ausentando. hasta que le sentí el aullido,melancólico a la distancia..de como se sacaba de adentro, de lo mas profundo de su alma buena, una gran sonrisa para mi...eso es generosidad. sobretodo esperar algunos minutos a que yo al fin entendiera de que se trataba la broma..
Firma:
la chica del ascensor panorámico.