miércoles, septiembre 10, 2008

Qué cosa tan odiosa es un ¡NO!

. Fotografía: by four_star_tosh
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-Qué cosa tan odiosa es un “NO”; el que se recibe, y a veces el que se profiere también. El último sirve de mucho pero, el primero, ese es el que cuesta tragar. A nadie le gusta recibir un “NO” por respuesta, eso da dolor en los callos, y en las encías. Un “NO” te hace sentir como si fueses la mosca en la telaraña, sin posibilidades y hundido en la impotencia. Un “NO” te quita las ganas, el entusiasmo. Frases como por ejemplo: “no puedes”, “no tienes”, “no vas”, “no hay”, “no quiero” o, “no tengo ganas”, son lo peor que puede existir; vuelvo y repito, es peor cuando somos sus receptores, y tengo que aclarar porque siempre me hacen lo mismo, se ponen a pensar en papas fritas y refresco y terminan desconcentrándose, luego se ponen como cualquier oposicionista de esos que le dicen “NO” a cualquier inocuo e indefenso paquetito de leyes que se encuentran por ahí. Bien, una vez aclarado el punto, sigamos con la idea. Estábamos con el cuento del fulano “NO” y les decía que se trata de algo verdaderamente repugnante pero, también pasa que a veces para uno decir “NO”, resulta igualmente incomodo. Tratemos de graficar esto para ver si nos entendemos. Utilicen su imaginación –que para algo la tienen, coño-, y pónganse en la situación de un padre frente a su hijo adolescente (un poco tortuga, medio mutante pero para nada Ninja). El chico le pide permiso al padre para salir a jugar con unos amigos, y éste le responde que no, que no puede salir; hasta aquí, nada fuera de lo común, corriente y cotidiano. Ahora, hagamos lo siguiente, ampliemos un poco el panorama (no tanto que después no cabe) y con una visión más profunda, revisemos las causas de ese “NO”; acontece que la zona en donde reside la familia, no es para nada segura (¿y en estos tiempos hay zonas seguras?), los “amigos”, no andan en muy buenos pasos y, la hora no es la más idónea para salir a jugar digamos que baloncesto de playa (porque no hay playa, ni sol, ni luz, ni nada…). Desde este punto de vista, está más que justificada la respuesta del padre, y por supuesto, el “arrecherón” del joven hijo pero, pónganse en la posición del padre; ese carajo seguramente desea que el párvulo se vaya para la calle y disfrute, y se divierta, y lo deje en paz a él que por fin podrá usar la computadora, así que la situación no es fácil para ninguno de los dos; pero alguien tiene que hacer el trabajo sucio… Pensemos en una muchacha, linda y joven (empeoran las cosas), ella quiere salir a bailar y quien la va a buscar es un manganzón diez años mayor que ella, con mujer e hijos pero bueno “el tipo no se enrolla y su mujer tampoco” dice la muchacha; para colmo el tipo anda en moto, y hasta malhablado es el carrizo ése. Allí hay una estrategia muy buena que es la de buscar a la madre y decirle, “¿y tú permites que esa muchacha salga a esta hora?, ¡qué falta de autoridad, Dios santo!”. La madre sale enseguida y le vomita un “NO” a la niña y ésta, coge el mismo “arrecherón” que el hermano al que no dejaron salir a jugar baloncesto de playa. Nuevamente, el humor le cambiará a más de uno, porque seguramente la orgullosa madre querría que su discípula saliera a demostrarle al mundo lo que aprendió de ella, y el padre se deberá sentir como Judas Iscariote pero -y aquí otro “pero” que la verdad ya me está resultando bastante antipático también-, todo pareciera indicar que las condiciones como que no eran las que uno espera para esa personita a quien padre y madre consideran “su tesorito adorado”. Queridos hermanos; revisando y ahondando un poco en las situaciones y roles en los que nos coloca la vida, me encuentro con que existe algo que bien pudiera competir en despreciabilidad contra nuestro asqueroso “NO”; se trata, ni más, ni menos… de un “SÍ” del cual poco tiempo después tendríamos que arrepentirnos. Así es, ¿cuál es menos malo?, no lo sé, o sí. Cosa mala es el inútil arrepentimiento. “El peor de los arrepentimientos es el de aquello que nunca hiciste”, dice un viejo y hasta donde sé, anónimo adagio. Es por ello que a veces se hace tan necesario un repelente “NO”. Muchachos, muchachas, cuando papi o mami le digan que “NO”, piensen un poquito y entiendan que no es un “NO” porque “SÍ” y punto, y además, que esa negativa muchas veces se le hace más difícil a quien la regurgita que a quien la acoge. Claro, existen personas a las que indefectiblemente, siempre hay que tenerle preparado un gran “NO”, pero eso es porque inventan demasiado, y son más peligrosos que un zorrillo dentro de un ascensor.

-¿Han entendido algo, pequeños saltamontes?

- NOOOOOOOOOOO

-Qué cosa tan odiosa es un “NO”…

1 comentario:

Anónimo dijo...

si, me ha tocado también decir algunos NO..que cosa tan fea..deja un sabor amargo en la boca...wacatela