lunes, febrero 25, 2008

IMAGINARIUM

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Mi infancia fue pobre en amigos, pero rica en imaginación. De allí que la mayoría de los entes con los cuales interactuaba, fuesen de esa misma naturaleza. Del porqué, es otra historia…

Algunos de ellos se niegan a dejarme. Sobreviven al tiempo, la madurez y el raciocinio; y eso que se los he pedido en innumerables ocasiones.

-Muchachos por favor, miren que a nadie la parece bien ver a otro hablando solo en la calle. Enseguida lo catalogan de orate y, yo ya estoy muy viejo para eso…

“¡De aquí no nos vamos!, ¡aquí nos quedamos! ¡De aquí no nos vamos!, ¡aquí nos quedamos!”

Una gorda alta pelirroja y barbuda (ella insiste en que es mi tía). La enana que parece un clon de Nina Hagen. El muchachito con pinta de monaguillo que jura y perjura ser mi conciencia y, el misterioso hombre de capa y armadura que nunca dice nada.

Cualquier psicólogo tendría una muy buena explicación para cada caso, pero la verdad, me tiene sin cuidado. Yo simplemente espero a que algún día me hagan caso y se vayan. Mientras tanto disfruto -o sufro-, de su compañía.

Lo cierto es que de cualquier modo, eso de las amistades virtuales o imaginarias, ha permanecido y, ahora con el cuento de la Internet… la cosa da para más.

Digamos que en la actualidad, este servidor, ungido por la beligerancia, subversividad e impunidad que rigen en estos tiempos, ahora más bien se jacta y regodea de ciertas y determinadas camaraderías que vaya usted a saber qué tan reales son.

-Sabes que estuve leyendo en la revista del domingo, un artículo acerca del día de los enamorados ¡Ese Roberto Echeto sí que es loco vale! ¿Él es amigo tuyo, no?

-¡De bolas! – Respondo al tiempo que escupo en el fregador y me rasco en la entrepierna.

-¿Y es siempre así?

-¡Jeje! Por qué crees que es mi amigo. Cada vez que nos encontramos, me hecha unos cuentos que…

-De verdad que está loco.

-Imagínate que tiene una Jirafa de mascota.

-¿Tú la has visto?

-¡De bolas! – Vuelvo a escupir y a rascarme.

-¿Y qué es de la vida de Fedosy? Tienes tiempo sin nombrarlo, ¿están peleados?

-¡No chica!, ¿tu eres loca? Él y yo somos como sobaco y desodorante-. Ahora me sueno la nariz, haciendo que mi mujer se aparte y arrugue más el entrecejo.

-No te voy a pedir que aclares, ni siquiera me interesa ya qué carrizo quisiste decir con eso.

-Complemento vale, complemento. Ayuda. Yo siempre le estoy dando tips y recomendaciones, tú sabes, él está empezando, hay que ayudarlo.

-¡Claro! ¡Claro!

-Aunque su mayor problema es el carácter. Ese tipo sí que es violento. La otra vez le rayó el capó de la moto a un motorizado, y creo que hasta le partió el parabrisas.

-¿A un motorizado?

-Ajá – y sigo asintiendo con la cabeza mientras engullo un trozo de jabalí asado con mucha salsa picante.

-¡Capó y parabrisas! ¿Una moto?

-¡Claro!, guante y pelota mamá: motorizado…

-¡…! ¿…?

-Nunca entiendes nada chica…

-Ni yo ni nadie mijito… ¿En la caja donde viniste, no había un manual de instrucciones?

-¡Ay, qué risa! ¡Qué chiste! Estás que quemas…

-Por cierto, ¿conseguiste el libro de Israel Centeno, cómo es que se llama, “Chispas”?

-Bengala chica, bengala, no seas bruta. Y no, no lo he conseguido.

-¿Y por qué no te lo regala? Según tu, él es como tu hermano...

-Porque no. Porque él sabe lo orgulloso que soy. Además, yo soy un hombre chica, qué te pasa. No, no, no, no, yo me compro mi vaina- respondo con cara de arrecho, ella entiende inmediatamente que me ha incomodado y baja la cabeza.

-He visto su foto en el blog y, se me parece un poco al Dr. House.

-¿Quién demonios es ése? ¡Ah!, ya sé. Debe ser un personaje de alguna de esas novelitas pajúas que te tengo prohibido que veas- le increpo después de sorber un buen trago de cerveza bien fría, para luego eructar como un hipopótamo.

-De tus amigos el que más me gusta es Urriola; por las cosas que escribe debe ser muy inteligente y sensible.

-No vale, si ese es otro cascarrabias.

-¿Estás seguro?

-Tan seguro como que esta noche te doy lo tuyo – afirmo mientras me acomodo el pantalón.

-Pero no parece.

-¿Quién lo conoce como a sus tripas, tú o yo?

-Si bueno yo sé, pero…

La lista sigue. Tengo además amigas periodistas, información veraz es lo suyo (y un buen cuento de vez en cuando). Dos personajes muy especiales: Una mezcla entre Strawberry Shortcake y Aeón Flux y, una esfinge de mármol blanco con cabeza de león que escribe hermosas poesías y vive en una nube. Ah, y uno que otro duendecillo que se aparece de repente por allí. “¡De aquí no nos vamos!, ¡aquí nos quedamos! ¡De aquí no nos vamos!, ¡aquí nos quedamos!”. Amigos imaginarios a estas alturas, ¡ja!, quién lo diría…

-Supongo que el lenguaje soez, la chabacanería y la actitud machista, también son parte de tu imaginación.

-Desde luego que sí, pichoncita.

-Eso espero.

-Sí mi tesoro.

-¿Vas a preparar la cena?

-Claro mi ternerita.

-Y después de comer, a la cama temprano. Por esta noche, nada de Internet.

-Lo que tú digas cielo.

¿Realidad o ficción? Dicen por allí que: “La imaginación nos hace dueños de nuestra vida” Y “Del imaginar viene el existir, por eso nos podemos preguntar: Si no imagináramos, ¿existiría todo esto?”. De mis conversaciones con Nina Hagen (el clon en miniatura), han surgido cosas muy interesantes. De las que he sostenido con Israel Centeno también pero, ¿cuál de ellos es real? No sé… a veces me pierdo en ese gran imaginarium que es mi cabeza.


-¡Que apagues esa computadora!... Y ya deja de estar hablando solo.


martes, febrero 19, 2008

CUARTO JUEGO

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El Lémur, para evitar ser utilizado, escamoteado, inculpado, mineralizado, homogeneizado o pasteurizado, a menudo utiliza la frase: “No voy a caer en tu juego”. Pero en esta oportunidad, no le sirvió de nada. El Lémur fue atrapado y cayó (que no fue que calló, aunque esa era su intención).

Todo comenzó una noche en la que el Lémur, fue sorprendido en plena sesión de meditación y, mientras ponía en práctica los ejercicios aprendidos de su maestro Lobsang Rampa, ella, enjaezada con velo, corpiño, falda, caderín y, haciendo sonar sus chinchines al ritmo del darbukka, le hizo “caer en su juego”.

El juego del Ping-Blogger-Pong…

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jueves, febrero 14, 2008

Hoy, 14 de Febrero

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"Hoy, 14 de febrero, día de la amistad el amor y el santo mártir Valentín, quisiera recordarte que:

...Recojas la “caca” del perro.
...Laves los trastos sucios que quedaron en la cocina.
...Busques la ropa en la tintorería.
...Compres la carne para la semana.
...Pagues el condominio.
...No olvides cancelar el servicio telefónico.
...Tampoco el gas y la luz.
...Te toca buscar a los niños.
...Hables con el conserje para que suba a revisar la lámpara que se quemó.
...Llames a tu mamá y por lo que más quieras, dile que la amas (si puedes, llama a la mía también y, no estaría demás que le dijeras que también la quieres)
...Si llegas temprano, por favor saques la ropa de la secadora. Ah, y que pongas a secar la que está en la lavadora.

Hoy llego un poco tarde, voy a celebrar con las muchachas el día de la amistad. El pollo está descongelado, si quieres puedes aprovechar el tiempo y prepararlo para mañana.

Te quiere, tu adorada Valentina…"

Esta carta la encontré al lado de una tacita de café, tempranito en la mañana. Sí, no hay duda de que me quiere y, de que siempre está pendiente de mí. Sobre todo hoy, 14 de febrero, día de la amistad el amor y, el santo mártir...


miércoles, febrero 13, 2008

martes, febrero 12, 2008

LOS CHANG ECHAN EL CUENTO

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Amigos:


Los Chang están de regreso.
Como se dice de Cristo, pero esto sí es en serio, volvieron dados al Diablo...



Y es que los tiempos cambian,
el aburrimiento aletarga
y se deben tomar nuevos rumbos
para no morir en el intento...

¿Que cómo es la cosa?

Pues aquí los hermanitos echan el cuento...


Esperamos gusten de estos nuevos cuadernos Chang:


www.hermanoschang.blogspot.com


jueves, febrero 07, 2008

Historia de supermercado

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El joven Rabindranath se encontraba en la cola del supermercado desde hacía un largo periodo. Ya habían pasado las tres señoras que pagaron con “cestatickets”, los dos señores que cancelaron con tarjeta de débito pero no recordaban la clave, cuatro personas más que se empeñaban en revisar minuciosamente la factura de compra y, la doñita que siempre se le olvidaba algo y dejaba a la cajera esperando hasta que ella regresara con el fulano artículo.

Rabindranath estaba cerca; el espacio entre su carrito y la caja era mínimo. Sólo faltaba la jovencita que todavía ojeaba la lista de tres cuartillas para verificar que no hubiese omitido ningún producto. Después de apartar el tercer carrito que había utilizado, la muchacha le ofreció una dulce y alentadora sonrisa al joven Rabindranath como indicándole que ya faltaba poco.

Cuando se hizo el espacio, Rabin se volteo para tomar el primer artículo que montaría en la banda rodante y al incorporarse, se topó con el rostro afable y risueño de una ancianita. “¿Puedo?”, le dijo al momento que se adelantaba a colocar un paquete de galletas y un jugo de ciruelas en el espacio que segundos antes se encontraba desocupado. Rabindranath no reaccionó sino hasta que escuchó las voces de dos mujeres que estaban justo detrás de él. “¡Déjala pasar hombre de Dios, qué no ves que se trata de una pobre e indefensa abuelita…!”.

El joven guardó silencio, logrando sólo mostrar una gélida e incomoda sonrisa. De seguido, apareció en escena un vigilante que muy amablemente conminó a las dos mujeres que salieron en apoyo de la anciana a pasar antes que Rabindranath, ya que ambas se encontraban en avanzado estado de gravidez.

Rabindranath soportó de manera estoica y paciente. No dijo nada. La sonrisa permanecía intacta. Al fin era su turno y nada parecía interponerse entre él y la cajera… “Amor, ¿me dejas pasar?, sólo llevo una frasco de bebida hidratante y un paquete de toallas sanitarias. Anda, ¿sí?”. Tres gorilas fornidos, de quijada grande y karatekas que pasarían inmediatamente después que él, le gritaron al unísono, “¡déjala pasar imbécil!, ¿no te fijas en lo buenotota que está?” “¡Gracias muchachos!”, respondió la chica con cara de actriz porno y ropa deportiva bien ceñida al groseramente escultural cuerpo.

Temiendo una nueva incursión de alguien, cualquiera que se sintiese con más derechos que él, Rabindranath le cedió su turno a los tres gorilas fornidos, de quijada grande y karatekas. Quería ver cómo reaccionarían ellos ahora, ante una viejecita, una embarazada, una monja, un pastor evangélico discapacitado, un perro lazarillo o un turista con dolor de muelas. Pero nadie se presentó. Los tres gorilas fornidos, de quijada grande y karatekas, cancelaron tranquilamente sus provisiones de galletas energéticas, sus merengadas fortificadas, mineralizadas y vitaminizadas, un buen racimo de bananas importadas de Nigeria, seis kilos de chuletas de bisonte y una caja de bombones (¡Ay, papá!).

Un exhausto, tenso y sudoroso Rabindranath por fin llegó a la caja registradora. “Un momentito please, voy al baño y ya vuelvo, no mijo, es que aquí piensan que una es un robot…”. La decencia, la sociedad, sus principios, su crianza, su educación, todo se confabulaba para que Rabindranath se limitara a observar calladamente; sus manos y rodillas temblaban pero él, permanecía sereno, al menos de la cara para afuera.

Después de arreglar sus víveres y beberse una cerveza bien fría, el joven Rabindranath se fue a tomar una pequeña siesta, la cual se vio interrumpida unos instantes después por un avance informativo que se escuchaba en la radio: “¡Extra! ¡Extra! ¡Urgente! Noticia de última hora. Acaba de producirse una desgracia en las afueras del supermercado Bombay. Se trata de una masacre. Un acto cruel y desalmado en el que perdieron la vida una gran cantidad de personas a manos de un experimentado, bien adiestrado y certero francotirador. La lista de victimas fatales está compuesta por: Tres señoras que aún conservaban restos de talonarios de cestatickets en sus manos, dos señores a quienes se les encontró una tarjeta de débito a cada uno en su bolsillo, cuatro personas más que intentaron cubrirse con sus facturas de compra, una doñita que según algunos curiosos tenía fama de olvidadiza, una joven que yacía bajo un motón de bolsas del supermercado, una anciana que abrazaba un pote de jugo de ciruelas, dos mujeres embarazadas, un vigilante, una chica con cara de actriz porno y cuerpo groseramente escultural (“fui, fuio”…¡qué buenototota!), tres gorilas fornidos, de quijada grande y karatekas, una cajera, una monja, un pastor evangélico discapacitado, un perro lazarillo y un turista con dolor de muelas. Eso es todo por los momentos. Seguiremos informando…”

Rabindranath corrió al baño a echarse agua en la cabeza y comenzó a estregársela con fuerza, como queriendo lavar algún sórdido e impuro pensamiento.

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