viernes, abril 27, 2007

La Capa de Superman
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El otro día, tomándome unos tragos con Flash, me contó de la vez que a Superman se le perdió la capa. “Fue todo un desastre”, me dijo.

Todo el que venga, haya vivido o al menos visitado el planeta Kriptón antes de que explotara, sabe que Superman no necesita de la capa para volar (bueno, cualquiera que haya leído un poco acerca del personaje, también lo sabe). Ese pedazo de tela, no es más que parte de su ropa de trabajo. Sin embargo, el buen Flash me aseguró que para el hombre de acero, la perdida de su capa fue un incidente que lo llevó al borde de la depresión.

El sujeto del relámpago en el pecho y alitas en las orejas, me aseguró que aquel día aciago para todo el Salón de la Justicia, el hombre que no es un pájaro ni es un avión, se encontraba de lo más contento, puliendo sus botas rojas. Batman le hacia bromas acerca de intercambiar calzoncillos, cuando de pronto, se escuchó un potente “Alto, qué nadie se mueva”. Todos dejaron sus quehaceres y dirigieron su atención hacia la enfurecida figura que espetó la orden.

“Mi capa, mi capa, no está mi capa, que nadie se mueva hasta que aparezca mi capa”, gritaba aquel hombre perdiendo la compostura.

Nadie podía salir a salvar al mundo hasta que encontraran el gran trapo carmesí. Algunos se atrevían a pedirle que lo dejara así, total, tanto alboroto por unos cuantos metros de tela; podían hacerle otra del modelo y material que él quisiera, pero no, “yo quiero mi capa”, chillaba y zapateaba el musculoso héroe.

La Mujer Maravilla se preguntaba, qué cuál era el aspaviento con la bendita capa, “seguramente en un futuro, hasta llegaras a cambiar tu traje y prescindirás de ella”, vaticinó la chica del lazo dorado. Pero la respuesta fue contundente: “Es parte de mí, de mi idiosincrasia. Es algo que me caracteriza, la necesito para seguir adelante”.

Flash no lo supo, pero aquella historia me hizo reflexionar acerca de lo inútil que nos podíamos volver al aferrarnos a ciertas cosas. Recuerdo que en mi adolescencia, dejé de asistir a más de una fiesta, por no tener limpio y planchado el pantalón favorito, “el de bailar”, “el de conquistar nenas”; esa prenda que era parte de mí (parafraseando a Superman).

Tratando de profundizar un poco más en la reflexión, pienso en que a veces dejamos de hacer tal o cual cosa, o de asistir a algún evento, simplemente porque no estamos de humor. “Es que el humor es parte de mi idiosincrasia y lo necesito para seguir delante”, me he dicho muchas veces.

Pienso también en los deportistas. En esos que acostumbran usar un amuleto, o siguen un ritual antes de la competencia.

El punto es que la capa no es necesaria si ya se sabe volar. Eso no es excusa para dejar de ser quien somos.

Sí, ya lo sé, quizás Superman causaría extrañeza si salía así, pero nadie habría dudado de su naturaleza; igual la gente lo reconocería como el hombre más veloz que una bala y más poderoso que una locomotora.

Yo, particularmente extraje mis conclusiones. Que cada quien saque la suya, digo, su conclusión, no la capa.

¡Ah! Sí, la capa. Resultó que Linterna Verde, estuvo daltónico por un tiempo, después de haber chocado con un asteroide. La noche anterior anduvo patrullando hasta el amanecer, llegando al Salón de la Justicia, se metió en las duchas y al salir, confundió la capa con su paño. Rodeó su cuerpo con el trapo en cuestión, se puso un turbante para no salir con el cabello mojado y se fue de puntillas, y dando saltitos directamente a su cuarto porque se moría de frío. Colocó en la manija de la puerta el cartelito de “DO NO DISTURB” y cerró con llave.

Como durmió todo el día, no fue sino hasta la noche cuando pudo ser resuelto el misterio.

Pero por favor, que esto no los aleje de la moraleja de la historia: “Vuelen con cuidado, no vaya a ser que choquen con un asteroide...”

miércoles, abril 25, 2007

Avisos


Aquí les traigo algunos avisos. No sé si algún día llegue a comprender su significado, por lo pronto se los dejo a quienes sepan algo de publicidad. De todos modos, si alguien me pudiera explicar...


1) En el parque:

“No pise la grama, coja la acera”


2) En el jacuzzi del hotel:

“En caso de turbulencias, abróchese el condón”


3) En el club nudista:

“No nos hacemos responsables por objetos perdidos”


4) En la playa:

“Prohibido llevarse la arena, los granos están contados”


5) En las duchas del gimnasio:

“Si se le cae el jabón, relájese y disfrute...


6) En el baño:

“Lo que aquí se hace, aquí se queda”


7) En la piscina del hotel:

“Sin flatulencias en el agua, por favor. Ya el hotel cuenta con jacuzzis...”

lunes, abril 23, 2007

Otra historia de armerías


El hombre entró a la armería y pidió la mejor pistola que tuviesen para matar a una esposa infiel. El dueño de la tienda lo miró de arriba abajo, y sin detenerse a pensar bien en la frase, conminó a aquel hombre a que revisara el catálogo de armas que tenía sobre el mostrador.

-No vengo a escoger, simplemente quiero la mejor arma que tenga- Respondió el hombre.
-Dígame, cómo la prefiere ¿Pistola? ¿Revolver? ¿Escopeta?
-Algo de fácil uso, certero, contundente. Un arma que me libere lo más rápido e inescrupulosamente posible, de mi mujer.
-Oiga, usted parece un hombre serio.
-Tan serio, como el Pensador de Rodin.
-Entonces cómo es qué entra acá, solicitando un arma, con semejante pretexto.

El hombre respiró hondo, sacó un pañuelo para secar el sudor de su frente, miró hacia el techo, y luego, puso ambas manos en el mostrador, descargando todo el peso de su cuerpo.

Comenzó a hablar en un tono cansino, con un “¡No aguanto más!” .

El dueño de la armería escuchó con aprehensión, sin desdeñar ningún detalle, hasta que el hombre paró de hablar, sumiéndose luego en un llanto inquebrantable. -Calma hombre, que no se ha acabado el mundo,- le decía, tratando de tranquilizarlo. Con actitud paternal, lo llevó hasta su oficina, le pidió que se sentara y esperara un poco mientras iba a buscar un vaso con agua.

Estando ya cerca la hora de cerrar, el dueño de la armería no tuvo reparos en hacerlo un poco antes. Pasó llave a la reja y a la puerta y se dirigió hacia donde estaba el hombre intentando calmarse. Ahora era su turno de hablar, advirtiendo que esperaba se le prestase la misma atención que él mostró.

Un largo periodo transcurrió, hasta que por fin, el hombre salió de aquella oficina, con otro semblante, con una mejor disposición, pensando que tal vez, estaba en un error.

El dueño de la armería lo despidió con una palmada en la espalda y la promesa de que si pensaba las cosas con “cabeza fría”, se ponía en “los zapatos del otro” antes de emitir juicios y por sobre todas las cosas, se tomaba el tiempo suficiente para escuchar; seguramente le iría mejor en cualquier relación y se resguardaría de cometer cualquier acto irresponsable y lamentable en un futuro.

Al día siguiente, otro hombre llegó a la armería, en condiciones similares al del día anterior. El trato fue el mismo y el resultado, igual de positivo. A partir de esos incidentes, cada día, el dueño de la armería recibía a alguien que llegaba con la firme intención de adquirir un artefacto que acabara de manera fulminante, con la existencia de quien de alguna manera, perturbara su psiquis.

Al correr del tiempo, el dueño de la armería vendió el negocio, las ventas habían mermado, así que decidió irse a probar suerte en otro sitio.

Extraña y seguidamente después de su partida. En aquel lugar comenzaron a suscitarse una serie de crímenes pasionales que mantenían en ascuas a las autoridades y a toda la localidad.

De la armería, se supo que comenzó nuevamente a ser un negocio próspero...


miércoles, abril 18, 2007


  1. Leí “Las Increíbles Aventuras del Maestro Zen-Tao”, de Frank Quintero... Y me reí.
  2. Vi “Una Película de Huevos”, producida por la compañía de animación Huevocartoon... Dos veces, y me reí.
  3. Esta mañana llegué tarde a la oficina porque me quedé viendo “El Campamento de Lazlo”, en Cartoon Network (y también me reí).

No sé a dónde voy a llegar. Ya no puedo estar seguro de cuáles son mis límites. OH! Qué será de mí...

lunes, abril 16, 2007

Humberto Eco, en el XIV Festival Internacional del Libro en Budapest (13/04/2007):

"Me importa un rábano perder mi sabiduría científica, pero la pérdida de los recuerdos de la infancia es algo muy serio"

viernes, abril 13, 2007

Vi 300
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¡Al fin! Ya soy parte de esos más de trescientos, que vio 300. Adiós a la cara de chimpancé hermafrodita decidiendo cómo masturbarse, cada vez que alguien me preguntaba, “¿viste 300?”.

Gracias a Zeus, que no permitió que le hiciese caso a ése otro grupo de tunantes, quienes a través de insanos comentarios, intentaron hacer mella en mis ganas de asistir a la sala de cine y admirar, pote de cotufa y vaso de té frío mediante, tan hermosa obra.

“Eso parece una refriega entre reos de la Penitenciaría General en San Juan de los Morros”. “No hay trama”. “Trescientos hijoeputas echándose cuchillo”, y la peor, “qué mojonera”.

Comparto el comentario de Rafael O. Cabrices, en su artículo “Sólo sé, que no sé nada” (El Nacional Todo en Domingo - Domingo 08 de Abril de 2007), donde se pregunta ¿por qué hay gente que va al cine para quejarse de que la película es embustera cuando es una de James Bond?.

Que ocurra una que otra exageración, es comprensible; además, muchas veces allí es donde radica la belleza de la historia. Por otro lado, no sé qué más trama querían, de verdad no lo sé.

Comparto también lo publicado por José Urriola en su Blog. Yo también sufrí una regresión. Me fui a los tiempos en que siendo un imberbe, me iba al cine Ayacucho, compraba un boleto para la función continuada, y después de dos o tres sesiones, salía completamente convencido de haber descifrado y asimilado los secretos del Shaolin, la técnica del mono y la grulla, el golpe del tigre y el aliento del dragón (bueno, éste último lo obtenía después de haber estado casi seis horas sin abrir la boca).

Transitaba luego mi camino de retorno a casa, lanzando golpes y puntapiés junto con el resto de seudo Chinos-Espartanos que me acompañaba. “Pata’ y kungfú” como se decía en aquel tiempo. Ayer me pasó igual, sólo que en esta oportunidad, la vergüenza, el pudor y la compañía, no me lo permitieron.

Aun así, júrenlo que al menos en mi cabeza, a más de un “inmortal” le asesté un codazo en la frente para apartarlo de mi camino. El baño del centro comercial estaba lleno de “Persas”, esperando a ser empujados hacia el precipicio con mi escudo.

La película, definitivamente una belleza. La historia contada de una particular y magistral manera. Los efectos bastantes limpios y las escenas de combate, muy bien coordinadas. Sólo la parte en la que Leónidas sale de espaldas y desnudo, fue la que me pareció innecesaria; a mi esposa no le gustó, lo sé porque aunque no apartó la mirada, se mordió los labios y arrugó la cara, y así se pone cuando hago algo que no le gusta (aunque en esta oportunidad emitió un extraño sonido, como si estuviese chupando un trozo de hielo, quizás fue el del té frío que se estaba tomando).

La parte de la consulta al Oráculo, sí que estuvo muy bien lograda. Estética, pulcra, puro arte, una belleza, excelente la actuación de la niña esa...

Nos acompañaron mi cuñada, mi hija y mi sobrina. Lo malo de andar con tantas mujeres juntas, es que terminas no entendiendo su jerga y sus chistes. Ellas hablaban de unos “chocolaticos”, cada vez que salían lo Espartanos, provistos únicamente de su taparrabos y la gran capa carmesí. Mi esposa les respondía que ella tenía su “gran toronto” mientras intentaba rodear mi cintura con su cortos, muy cortos brazos. Todas reían ¿y yo?, tratando de imitar la sonrisa de Willy Wonka en la versión de Tim Burton.

En fin, la cuestión es que ya cumplí con mi deber de ir a ver 300. Puedo seguir en paz después de haber hecho un poco de catarsis, imaginando ver a unos cuantos sufrir bajo la suela de mi sandalia; nótese que evado utilizar verbos como “penetrar”, “hundir”, “enterrar” o “atravesar”, y mencionar instrumentos como “lanza” y “espada”, para evitar analogías cochambrosas.

Y finalmente, un pequeño consejo: No sólo por amor se puede llegar a perder la cabeza. Hay ocasiones en las que basta con el más mínimo descuido...

jueves, abril 12, 2007

YA ABRIÓ LA ARMERÍA DE LOS HERMANOS CHANG


Amigos militares, policías, malándros, vigilantes, detectives privados, oficiales de seguridad, vaqueros, héroes, villanos, invasores, defensores, abusadorcitos, ninjas desempleados, abogados, mata tigres, asesinos en serie, y demás usuarios potenciales del servicio. Los armeros y escopeteros de oficio, Urriola y Santaella, han tenido a bien anunciar la apertura del nuevo negocio de Los Hermanos Chang:
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LA ARMERÍA
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Entre, “curucutee” y escoja sin vergüenza...

Acá, una pequeña lista de sus clientes suministrada por Fedosy (Cazador de Historias):
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BRUCE LEE
JACK PALANCE
CONSTANTINE
LEONIDAS
CARA CORTADA
VITO CORLEONE
MICHAEL CORLEONE
EL CAPITÁN CENTELLA
BOOGIE EL ACEITOSO
FRANK MILLER
HARTIGAN
MARV
BATMAN
JAMES BOND
HAMMET
CHANDLER
CHARLES MINGUS
ISAAC PÉREZ RECAO
HENRY LÓPEZ SISCO
PEDRO PENZINI FLEURY
EL PAPA JUAN PABLO SEGUNDO
FIDEL
EL CHE
EL CHACAL
DANILO ANDERSON
POPY
TERMINATOR
BUSH (HIJO)
BUSH (PADRE)
TERESA (LA MADRE)
OSAMA BIN LADEN
MICKEY KNOX
PANCHO VILLA
EL SANTO
MANDRAKE
MAQROLL EL GAVIERO
EL CORTO MALTÉS
RASPUTÍN
TIN TÍN
MARCIAL LAFUENTE ESTAFANÍA
V DE VENDETTA
EL BUENO
EL MALO
EL FEO

TODOS ELLOS

¡¡¡¡¡¡Y MUCHOS MÁS!!!!!

HAN SIDO CLIENTES DE LA ARMERÍA


Y ES QUE LOS HERMANOS CHANG

ESTÁN ARMANDOS HASTA LOS DIENTES


WWW.HERMANOSCHANG.BLOGSPOT.COM


(adelante a luchar miliciaaaaano....)

martes, abril 10, 2007

Freaks

" Lémur Licántropo"


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Cosas “freaks”. Alguien me pidió que escribiera, o más bien, que enumerara algunas cosas “freaks” que fuesen parte de mi idiosincrasia. Confieso que cuando leí el término “freaks”, me pareció estar viendo un mensaje de texto, de esos que me envía mi hija a través del teléfono celular: “T DJE COMIDA N KSA”, “X Q Sip”. Valga la comparación y el comentario, para ejemplificar mi cara de: ¿QUÉ? ¿CÓMO?

Para tratar de entender, me fui por la misma vía que tomo siempre: Primero el diccionario y después Internet.

En mi vetusto y destartalado diccionario de Ingles-Español, Español-Ingles, me encontré con que la cosa iba por “capricho” o “fenómeno”. ¡Caramba!, exclamé. Pero pensando en mi persona, la verdad es que ni se me ocurría, ni veía nada que pudiese tomarse como “caprichoso”, y mucho menos “fenomenal”.

Descartados el ego, la autoestima y los atributos físicos, pase a la segunda fase: Internet.
Con esta poderosa (pero diabólica, según algunos) herramienta, conseguí una idea más clara acerca del tema; pero además de eso, me topé con los orígenes del término y sus aplicaciones a través del tiempo.

Por allá por 1931-32, el mismo señor que dirigió a Bela Lugosi en Drácula, hizo una película llamada Fenómenos (Freaks). El film, trataba de un enano maluco (bueno, a causa de las circunstancias) que se casa con la hermosa trapecista del circo, pero ésta en realidad lo que quería era apoderarse de sus pertenencias. En represalia, el “pequeño” esposo junto a sus “compinches” (una horda de fenómenos de circo), gestan una “pequeña” venganza, convirtiendo a la artista del trapecio, en una de ellos (otra freaky).

Tan singular palabra, se adoptó luego para identificar a las personas con gustos o costumbres extravagantes. Tiempo después, se utilizó con grupos de personas obsesionadas por un tema en específico. Por ejemplo: Los seguidores de Star Trek, que hacen hasta convenciones a las que asisten trajeados a semejanza de los personajes de la serie.

En la actualidad, nos encontramos con que hay distintos tipos y niveles de Frikis (en español). Los apasionados por Internet , conocidos en algunos casos como “Servers”, que buscan y descargan información de la red de manera exagerada. Los adictos a los comics (en Japón, a los seguidores del culto al anime y el manga, los llaman “Otakus”). Los devotos de alguna moda extraña, como lo Góticos. Los amantes de los animales prehistóricos (paleofrikis), y así, pudiéramos seguir con un largo etcétera.

En una modalidad un poco más suave y refiriéndose a “cosas frikis” , la acepción que puede tomarse, es la de cosas o situaciones fuera de lo normal.

Realmente, no sé en cuanto ubicar mi nivel de “frikismo”. Si vamos por la parte obsesiva, yo diría que soy del tipo de personas que todos los días tiene que entrar a Internet y buscar información. Los diccionarios son un “lugar” que visito constantemente, a veces para buscar la misma palabra porque siempre se me olvida su significado.

Pudiera decir que en ocasiones, resulta un tanto enfermizo, mi afán de buscar significados. Para muestra, este pequeño botón, la palabrita que dio origen al post.

¿Soy friki por eso? Pues, imagino que sí. Casi todos los días entro a Internet y leo varios Blogs; a veces una simple palabra me lleva a Google o a Wikipedia. He descubierto, que el sustituto del “Almanaque Mundial” que cada año adquiría mi padre para nuestro enriquecimiento intelectual, lo constituye cada Blog que visito. En ellos, hay información más o menos relevante según sea el caso. Más o menos “Friki”. Pequeños o grandes datos. Palabras, frases, y en algunos casos, hasta todo el contenido me hace ir por más; me obliga a buscar diccionarios, enciclopedias, libros o a la gran red.

¿Más cosas frikis? Hablo solo, creo firmemente en que existen los Vampiros y los Hombres Lobos, siempre cambio de ruta para despistar al “enemigo” y soy “Introvertidamente extrovertido”. Para colmo y pensándolo bien, qué cosa más extraña, fenomenal y hasta caprichosa, que un Lémur hablando, leyendo y escribiendo.

Isa, espero haberte respondido y añadido un poquito de contenido al asunto...

Saludos del Lémur