lunes, julio 23, 2007

Encuentros "Blogueriles"


-¡Hola! Tú debes ser “Supercalifragilisticoespicualidoso”

-Sí.

-¿El del blog “Momentos críticos y circunspectos basados en una realidad apenas perceptible e incomprendida pero aceptada porque, esto es lo que hay”?

-El mismo.

-Yo soy “Mandrágora”, la de “Pajaritos en el aire”.

-¡Ah!

-¡Chamo! Me gusta tu blog.

-A mi también.

-Y lo que escribes.

-Sí.

-Cómo lo haces.

-Qué

-Escribir. Todos esos temas tan interesantes y la manera de abordarlos, además de la retórica. Y eso del mensaje oculto; me parece que siempre dejas colar algo, hay un no sé qué, un alerta, un aviso, un “¡Hey, vamos, reaccionen!”

-Ajá.

-Reunida con un grupo de amigos, conversamos acerca de tu blog, tu trabajo, tus escritos, y llegamos a la conclusión de que eres, algo así como una mezcla entre Saramago, Vargas Llosa y Bradbury. Claro, éste último por lo de la ficción, tú sabes...

-¡...!

-Y cuéntame, ¿qué estás leyendo actualmente?

-La lista.

-De Schindler

-No, la de precios, ¿quieres un café?

-Jajajaja... Eres un “diablillo”. Se lo he dicho a mis amigos, que eres una mezcla entre Groucho Marx, Jerry Seinfeld y Laureano Márquez.

-¡...!

-Sí, si quiero un café. Y, a ver, ¿qué tipos de textos te gusta escribir?

-Pequeños...

-Relatos cortos...

-No, digo, que voy a pedir los cafés, pequeños.

-Ah, sí, esta bien. A mi me fascina Chomsky.

-¡Mierda!

-Pero si es tremendo autor.

-No, disculpa, es que me quemé con el café.

-¡Ah! ¿Haz leído a Chomsky?

-No, pero tengo un muñeco de Krusty.

-Jejé, no paras de hacer bromas, qué cómico.

-¡...!

-¿Cómo hago para obtener tu MSN?

-Menéalo.

-¡QUÉ!

-El café, ya le puse azúcar.

-¡Ah! Permíteme dos preguntitas más y espero no pecar de impertinente con alguna de ellas, ¿cuál es tu verdadero nombre? Y segundo, tu autor preferido.

-Sí...

-¿Y, entonces?

-Jaime.

-Bayly o Ballestas.

-González.

-No lo conozco.

-Mucho gusto.

-Ah, eres tú. Jaime González, okey.

-Y ¿Quién te gusta más?

-Eva.

-Feld o Forest.

-Longoria.

-Chamo, qué terrible eres. Hablemos de inspiración, de dónde te viene.

-De chiripas.

-¿Cómo?

-El piso. Está lleno de chiripas.

-¡Ay, qué asco! Mejor nos movemos de acá. Qué horror, menos mal que te diste cuenta.

-Sí.

-Pero no te me vas a escapar. Dime, qué te hace escribir.

-El café.

-¡Bárbaro! ¿La cafeína?

-No, digo, que dejaste el café en la mesa.

-Jajaja... Ya me lo había tomado, tranquilo. Pero mira vale, tú sí que eres reservado, o ¿tendré que decir reticente? Es que no sueltas prenda. Imagino que es por tu gran humildad. Imagínate, yo pretendía que habláramos, no sé, de García Márquez, de Cortazar, tú sabes, lo de siempre; pero quizás prefieras a Chéjov, Onetti. Quizás estoy queriendo ir muy lejos, más allá de mis posibilidades intelectuales. A lo mejor comienzas con tu disertación y yo termino no entendiendo nada. Disculpa, pero honestamente, no creo estar a tu altura.

-Sí.

-No, no trates de ser condescendiente conmigo. ¡Mira!, mejor hagamos algo, déjame terminar de “comerme” la biblioteca de mi casa, sólo he leído 248 títulos, me faltan unos 39, más o menos. Cuando me sienta preparada, hablamos, ¿te parece?.

-Sí.

-Chao, un beso y de verdad, gracias por tu tiempo. Espero no haberte hecho perder mucho...

-Sí, digo, no.

-Hasta pronto.

-Sí.

RIIIIIINNNNGGGG

-Aló.

-Aló, ¿”Supercalifragi”?

-Sí.

-Es “Transformers” el de “Gadgets y sexo”. Tengo el último número de “Urbe bikini” y una versión Beta del “Príncipe de Persia”.

-Sí.

-¿Qué prefieres?

-Sí.

-Sabía que te gustarían. Te espero en el cafetín de la esquina, así nos conocemos personalmente.

-Sí.

-En media hora, ¿Okey?.

-Sí.





martes, julio 17, 2007

Lo que le pasó a Juan Holmes

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En materia de sexo, Juan Holmes había probado de todo. ¿Qué le faltaba a este muchacho?, “¡nada!” Exclamaría él mismo. Sin embargo, un buen día... uno de esos días en los que la contemplación y la observación rinden frutos inesperados, Juan Holmes se dio cuenta de que sus límites no habían sido rebasados, todavía.

Las miró con detenimiento y su imaginación comenzó a jugar con sus hormonas. “Cómo no lo había pensado antes”, se dijo, “esto sí que sería algo fuera de serie”, continuó.

Dora y Rosita estaban en lo suyo, en lo de siempre. Juan se relamía de gusto pensando en el placer extraordinariamente inusual que podrían proporcionarle las dos de manera simultanea. Y no es que a Juan Holmes le hubiese faltado participar de un trío, un cuarteto, una orgía o un todos contra todos; pero en esta oportunidad, se trataba de algo excepcional.

Algo tendría que inventar. El objetivo estaba fijado, refocilarse entre Dora y Rosita, después de esto, ¡nada!, ya no faltaría más nada por probar.

Juan comenzó a prestarles más atención. Sus mimos y cuidados aumentaron. Cada día, al entrar a su habitación, era como si llegase el mismísimo Papá Noel, “esto es para ti, Dora”, “aquí tienes Rosita, espero que te guste”. Las miradas fueron perdiendo candidez y ganando picardía. A pesar de estar con él desde muy pequeñas, Juan había cambiado el trato fraterno por uno más mundano, dejando siempre entrever que existían otras intenciones. Las indirectas y las insinuaciones pasaron a protagonizar la dialéctica diaria.

Juan encendía el televisor de su habitación y lo movía un poco para que quedara en frente de la jaula de plexiglás en donde vivían Dora, la Boa constrictor de 5 metros de largo y Rosita, la pequeña y joven serpiente de unos 25 centímetros.

Inicialmente, Juan colocaba películas con escenas eróticas, como para ir entrando en ambiente (o para que Dora y Rosita se dieran una idea...), pero luego decidió ser más directo. Pornografía de la dura, nada para imaginar. Dora y Rosita observaban con la boca abierta y la lengua afuera.

-Rosita, no te dije que Juan estaba muy raro; eso de cambiarnos la dieta de Ratones grises por blancos, Hámsters, Conejos y otras delicateses, de seguro tenía una clara intención.

-Si Dora, pero de dónde se nos iba a ocurrir, que este tipo lo que estaba era cortejándonos.

-En principio sí, pero tu me dirás, esto ya no es cortejar. Mírale la cara de Aníbal Lester que tiene. Para mí, lo que busca es coj...

-¡Cállate Dora! Ni lo pienses, ¡habráse visto!

-¿Rosa, estás viendo lo mismo que yo? Mira, allí en la pantalla. ¿Qué es eso que lleva ese hombre colgando?

-Ay Dora, no te hagas, tu sabes que es. ¡Conchale!, me recuerda a mi difunto padre cuando llegaba borracho a la casa, con la cabeza gacha y babeándose.

-¿Y de qué murió tu padre?

-De un ataque.

-¿Al corazón?

-No, lo atacaron a palos y luego lo convirtieron en billetera.

-¡Ah! Bueno, después dicen que no existe la reencarnación...

-¡Coño, Dora!, eso es otra vaina.

-Rosa, Juan viene hacía acá. Se bajó los...

Ese día, Juan Holmes cumpliría su sueño, rompería su propia marca de experiencias y encuentros sicalípticos. Eso no sería nada comparado con las 69 posiciones que llegó a practicar en una sola noche, ni las variantes del Kamasutra que él mismo inventó. Ese día, tendría sexo con una Boa y una Falsa coral.

Después de varios escarceos, Juan decidió comenzar con Dora. Acarició su lomo, luego la panza y cuando la miró de frente, a punto ya de besarla, Dora le interpeló:

-¿Tienes preservativo? Yo no es que esté muy de acuerdo con esto, pero si lo del “apareamiento” como se diría en la jerga animal va en serio, entonces hagámoslo bien.

-Pero Dora, los animales no usan eso.

-Los animales, pero tú, con todo y lo humanamente ocioso que eres, prefiero no arriesgarme.

-Pero Dora.

-Pero nada. Póngase su condón. ¡Qué va mijo!, a estas alturas yo con un SIDA, un VPH, una cosa de esas...

Juan continuó con las caricias y Dora ya se estaba “calentado”, Rosa los miraba desde la jaula moviendo cada vez con mayor rapidez su bífida lengua. Dora ya casi cedía, pero reaccionó de pronto y enrollándose alrededor de la cintura de Juan, le susurró, “ponte el condón”.

Buscó en las gavetas, los bolsillos de las chaquetas guindadas en el closet, la cartera, debajo de la almohada, del colchón, Dora le metía la lengua en la oreja, le decía que se apurara, se enrollaba aun más, aumentaba el desespero, la excitación, hasta que Juan tuvo que confesar finalmente que no tenía un puto preservativo a la mano.

Todas las articulaciones de Dora estaban en movimiento, su sangre había aumentado de temperatura, sus ganas la tenían al borde de la capitulación. Entonces, se le ocurrió una idea. Soltó el cuerpo de Juan y se dirigió hacia la jaula de plexiglás, le dijo algo al oído a Rosita, y ésta, con cara de indignación, dio media vuelta y se fue meneando su cola hasta el otro lado de la jaula; desde ese entonces, no le habló más nunca ni a Dora ni a Juan.

El percance hizo que la sangre de Dora volviera a su temperatura normal, las acciones no pudieron ir más allá y el intento fallido de Juan concluyó en una gran desilusión. El silencio se adueño de la habitación y cada personaje fue presa del ostracismo.

¿Que, qué pasó? Hasta da pena decirlo. Dora le propuso a Rosita ser utilizada como preservativo, que de esa manera tomaría parte en el “acto”. Por supuesto, la pobre Rosa se sintió ofendida, indignada; esa no era su idea de “participación”.

Tiempo después, ambos ofidios fueron separados. Dora andaba libremente por los recovecos de la habitación, y Rosita reposaba pusilánime en una rama artificial dentro de la jaula de plástico. Juan se compró un Acure pomeranian (vaya usted a saber si con zoofílicas intenciones) pero se le perdió a los pocos días. Dora parecía andar mal del estómago, no quería probar alimento.












jueves, julio 12, 2007

Dibujo de Luis Royo.
Pintor español nacido en 1954 en Olalla, Teruel (España).
Estudió delineación técnica de construcción, pintura, decoración e interiorismo en la Escuela de Maestría Industrial y la escuela de Artes Aplicadas de Zaragoza.
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La imágen fue tomada de: www.elobelisco.net
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Desnudez pudorosa, pies descalzos, cabellera alborotada. Piel temblorosa soportando el roce de unas manos igual de trémulas. Aliento cálido y cercano, perfume de lluvia, de hojas, de tierra mojada, de bosque. Acercamiento extraño, inusual; dos cuerpos, temerosos de ser vistos o escuchados. Estrechez de tiempo y espacio que obliga al encuentro furtivo, fugaz.

¿Un sueño?, ¿quién lo dice?...

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martes, julio 10, 2007

Tardes de Centros Comerciales

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Visitar un centro comercial, puede resultar una maravillosa experiencia. De hecho, para mi lo es, créanme mis queridos congéneres.

Me divierte mucho entrar a una tienda con mi esposa y mi hija, y ver las expresiones del resto de los asistentes al lugar. La flaca que dice estar gorda, la gorda que dice que con esa blusa se ve más flaca. El marido con cara de jabalí constipado mirando hacia la puerta y diciéndole a la mujer, “sí, todo te queda bien, vámonos”.

Muchas tiendas cuentan con un personal de seguridad y vigilancia, cuya misión principal es la de evitar la sustracción ilegal de mercancía del local, la segunda misión principal que tienen es la de acosar sicológicamente a la clientela. Estos sujetos andan en su mayoría trajeados de negro. Te siguen por todos lados escudriñándote con la mirada y poniéndote cara de “no te vas a llevar nada, es más, ni lo intentes”.

Cuando me toca ir a un lugar de estos en días de semana, aprovecho que por lo general ando vestido de manera similar a los personajes en cuestión y les aplico la misma técnica. Algunos se intimidan, otros se ponen a la defensiva, como si otro “macho alfa” estuviese invadiendo su territorio. Los más jóvenes te miran como si fueses un supervisor en visita sorpresa, entonces aguzan la vista y endurecen la actitud, tratando de demostrar cuan bien realizan su trabajo.

A veces la enfilo en contra de otros clientes y gozo internamente viendo como sueltan de inmediato alguna prenda o comienzan a internarse en los pasillos y recovecos de la tienda, tratando de escapar a mi mirada inquisidora.

Los fines de semana no puedo hacer eso, ¡cómo!, vestido de “cliente” resulta imposible; entonces me entretengo viendo las caras y poses de otros maridos. Es un poema caricaturesco, se los juro. Se puede ver a “Condorito” caer de espaldas cuando le muestran una prenda de cinco por cinco centímetros y tela de franela que cuesta lo mismo que un tratamiento de conducto.

Pueden ver a “Jhonny Bravo”, cuando se le acerca una dependienta a preguntar qué se le ofrece. A “Tom y Jerry” cuando el papá va detrás del carajito intentando evitar un desastre. Ni qué decir de “Pedro Picapiedras” anunciándole a “Vilma” que ya es hora de ir a comerse una hamburguesa de brontosauro.

La cola de las mujeres en el probador es otro divertimento. Si andan en grupo, mejor. No paran de criticar al resto, “qué bolas, cómo piensa ponerse eso”, “le queda horrible”, “qué ridícula, por De-osss...”, “¡marica! Agarró una igualita a la tuya, si es pajúa”.

Cuando entran al probador, se pueden escuchar cosas como estas: “¡Chama! Qué arrecho”, “te sirvió marica, no lo puedo creer”, “Papi, cómo me queda. Papi, papi... ¡Coño!, dónde se metió el cabeza e’ bola este ahora...”, “a lo mejor si le pongo un “bichito” aquí”, “¿y si le quito las mangas y el cuello?” “Mi amor, ¿y el niño?”.

Hay tiendas que me encantan por la música que ponen a manera de ambientación. Algunas utilizan ritmos electrónicos, esos que te transportan hacia un sitio en donde comienzas a dar brinquitos, tomándote una “Smirnoff Ice” y tratando a todo el mundo de “Marico” y “Guevón”. Otras ponen Reggae, en esas siempre espero que mis mujeres las revisen de proa a popa, de estribor a babor, no importa cuanto se tarden.


¿Alguna vez han entrado a una zapatería abarrotada de gente probándose zapatos, con cara de Führer y tapándose la nariz? Fíjense en la reacción de las personas cuando se les mira con circunspección a los pies descalzos, poco a poco los van enterrando debajo del mueble. ¿No se les ha ocurrido patear bien lejos el zapato que deja a un lado, el o la que se está probando uno nuevo frente al espejo?.

Nunca pierdo la oportunidad de entrar a las jugueterías. Aprovecho un descuido y ¡Zaz!, me escabullo para ver la nueva línea de Power Rangers, los Mystic Force que representan a criaturas mitológicas. El Roboraptor me sigue impresionando, así como los Hot Wheels, ahora los Transformers. Las librería son otra opción, aunque odio visitarlas cuando no tengo dinero. Distracción aparte, la que aportan los maniquíes, ustedes no se imaginan las cosas que tienen para contar, pero eso es parte de otra historia...

Al finalizar el periplo, entrar a un restaurante y tomarse una cerveza bien fría, resulta una delicia. Queridos amigos, el disfrutar o no de una tarde de centros comerciales, está en ustedes; sólo me resta desearles que en la próxima visita, la fuerza los acompañe.

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domingo, julio 01, 2007

Noche en las Rocas... negras


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Este muchacho sigue montado en la cresta de la ola, al igual que el “Silver Surfer”, ahora anda sobre una tabla roja y blanca que en medio lleva escrita en letra “Monotype Cursiva” la palabra “Rocanegras”.

No ha pasado el gusto de haber leído “Postales sub sole” cuando ya está en nuestras manos la primera novela del buen Fedosy Santaella.

Gran honor, el haber estado en el bautizo y disfrutado de las palabras de Don Armando Sequera, las del propio Fedosy y el inefable discurso de Joaquín, siendo éste el más poderoso ya que se dio de manera alterna a los dos primeros, a todo gañote y con el desenfado propio de su edad.

“Luz… Papá… Señor… ¡Mira!, luz. Nona, nona, nona… Mamá, mamá, mamá…”

“Sinseso” también estaba allí, lo vi esbozar una sonrisa cuando empezó el discurso de Joaquín.

Las palabras de Don Armando, dejaron muy en claro de qué se trataba la obra:

“El domingo 1º de julio de 1923, la ciudad de Caracas despertó a la europea: cubierta en parte con la neblina que todos los días llegaba por Catia y con la noticia de un inusitado crimen palaciego: la noche anterior habían asesinado en Miraflores, la casa del poder, a Juancho Gómez, el primer vicepresidente de la República...”

Suspenso, intriga, historia. Y al continuar escuchando, vimos como se iban agregando: Sexo, humor, realidad y ficción (¿dije sexo? ¡Ah! Bueno, algo debe haber…).

Un programa de radio, un libro del maestro Aquiles Nazoa, el diccionario de historia de Venezuela de la Fundación Polar, la sección de libros raros de la Biblioteca Nacional, éstas y otras herramientas le sirvieron a Fedosy para dar vida a su historia, a su novela.

“…Leí el texto que hablaba sobre él, y abajo, en los datos bibliográficos, encontré que Vito Modesto había escrito una biografía. Fue tanta mi curiosidad, que un día me fui a la Biblioteca Nacional a buscar el ejemplar. Lo encontré en la Sala de Libros Raros. Aquella biografía (muy original, muy divertida) la copié a mano, íntegra en un cuaderno, y me la llevé a casa…”

En vista de la imposibilidad de sacar una fotocopia, nuestro héroe resolvió copiar a mano, toda la biografía de Víctor Modesto, duque de Rocanegras y príncipe de Austrasia. Y es que de esto y de mucho más, es capaz el amigo Fedosy, con tal de conseguir una historia; aunque él asegura que en este caso, fue la historia quien lo buscó.

¿Qué quién es Víctor Modesto? Un caletero, un abogado, un detective, un noble. No lo sé, me parece que es mejor descubrirlo, haciendo caso al consejo que nos regaló Don Armando Sequera esa noche, “compren el libro y por favor léanlo, no lo dejen de adorno en su biblioteca.”

Entre discursos breves, chorrito de champaña, saludos cordiales y autógrafos, transcurrió la velada. El vino pudo ser saboreado con tranquilidad ya que ha diferencia de la presentación al público de “Postales sub sole”, en esta oportunidad no se sintió la siniestra y amenazadora presencia de los Hermanos Chang. No estábamos siendo vigilados, los Andropov no hacen eso, ellos simplemente llegan hostigan y se van, pero éste no fue el caso. Quienes sí estaban, eran Israel Centeno, seguido por una perra amarilla y Roberto Echeto, con su equipo de guardaespaldas, Ramiro, Caraota Plástica y Gorila. El viento trajo al rostro de José Urriola; no hizo falta la cámara de Richita ya que estaba la de Televen. También acudió Sergio Marquez, con un bate de aluminio (no sé con qué intención).

Señores, al comenzar esta crónica, no sabía si hablar de la novela, del bautizo o de Fedosy. Pero de lo que sí estoy seguro de hacer, es recomendar el libro. En el blog de Roberto Echeto, hay una excelente reseña de la obra, y en el de Fedosy, dos o tres post, que constituyen un muy buen preámbulo, además del discurso del señor Armando José Sequera.

Por lo de la velada, puedo concluir que fue como dicen, “tipo tranquilo”, que me retiré temprano y que hubo un hecho curioso que llamó mi atención. Al salir del lugar, una extraña y misteriosa figura, trajeada de negro y con lentes oscuros, me entregó una galleta de la suerte…

Queridos amigos, no dejen pasar el placer de disfrutar de “Rocanegras”, una novela arrancada de la historia misma, en donde ficción y realidad, se confunden en una sola y hermosa prosa.

Salud, Fedosy.