Flojazo miraba la televisión con su pijama de Spiderman puesta, la cara soñolienta y el control remoto en la mano a punto de caerse. Estaba tratando de ver las noticias y se espabiló cuando comenzaron las de “sucesos”.
Luego de diez minutos de información cargada de criminalidad, agresión, arrebato e impunidad, decidió que sus niveles de paranoia ya estaban recargados lo suficiente como para dedicarse a mirar otra cosa.
Paseándose entre las distintas opciones que le presentaba su operador de TV por cable, llegó por fin a algo que le apasionaba.
“¡El canal de animalitos, eso es!” El lugar donde se puede disfrutar otro tipo de violencia. Aves de rapiña despedazando pequeños mamíferos, leones peleando con hienas mientras éstas salen corriendo muertas de la risa, monos patoteros atormentando a un leopardo, una serpiente constrictora tragándose a un paquidermo y el principito chillando porque “no quiere una boa con un elefante dentro”...
Estaba por comenzar un documental acerca de las Zarigüeyas, un pequeño marsupial de color gris, hocico puntiagudo, orejas pequeñas y una cola larga y prensil.
Lo que más le llamó la atención a Flojazo, fue la particularidad que tiene este animal, de “hacerse el muertito” ante el peligro. Estos mamíferos, cuando son cercados, se quedan inmóviles, con la lengua afuera y los ojos vidriosos, fingiendo estar muertos, lo que hace que el atacante se retire; poco después, la zarigüeya se para y huye del lugar.
Relacionando este tema con el de las noticias, a Flojazo se le ocurrió que bien podría servir la ingeniosa estrategia, para hacerle frente a la amenazante y creciente inseguridad.
Al día siguiente, bien temprano en la mañana, Flojazo se dirigía a su oficina y en una de las calles que acostumbraba a transitar, oteó a lo lejos la presencia de un extraño individuo. El malencarado y desgarbado sujeto se aproximaba deprisa y Flojazo pensó que era una buena oportunidad para poner en practica la recién aprendida técnica de supervivencia.
Cuando el agresor en potencia estuvo lo suficientemente cerca, Flojazo cayó al piso, patas para arriba, con la mirada perdida y la lengua colgando hacia un lado.
El individúo terminó de acercarse y como si se tratase del mismísimo borrachito de la canción de “Pedro navaja”, tomó el reloj, el celular, “dos pesos” y se marchó... No precisamente tropezando, pero si algo desafinado, aquel hombre se alejó tarareando “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...”
Flojazo al levantarse, se sacudió el pantalón y la chaqueta, y siguió caminando contento y orgulloso de haber no sólo salvado el pellejo, sino también de comprobar la efectividad de la poderosa “Técnica de la Zarigüeya”.
Luego de diez minutos de información cargada de criminalidad, agresión, arrebato e impunidad, decidió que sus niveles de paranoia ya estaban recargados lo suficiente como para dedicarse a mirar otra cosa.
Paseándose entre las distintas opciones que le presentaba su operador de TV por cable, llegó por fin a algo que le apasionaba.
“¡El canal de animalitos, eso es!” El lugar donde se puede disfrutar otro tipo de violencia. Aves de rapiña despedazando pequeños mamíferos, leones peleando con hienas mientras éstas salen corriendo muertas de la risa, monos patoteros atormentando a un leopardo, una serpiente constrictora tragándose a un paquidermo y el principito chillando porque “no quiere una boa con un elefante dentro”...
Estaba por comenzar un documental acerca de las Zarigüeyas, un pequeño marsupial de color gris, hocico puntiagudo, orejas pequeñas y una cola larga y prensil.
Lo que más le llamó la atención a Flojazo, fue la particularidad que tiene este animal, de “hacerse el muertito” ante el peligro. Estos mamíferos, cuando son cercados, se quedan inmóviles, con la lengua afuera y los ojos vidriosos, fingiendo estar muertos, lo que hace que el atacante se retire; poco después, la zarigüeya se para y huye del lugar.
Relacionando este tema con el de las noticias, a Flojazo se le ocurrió que bien podría servir la ingeniosa estrategia, para hacerle frente a la amenazante y creciente inseguridad.
Al día siguiente, bien temprano en la mañana, Flojazo se dirigía a su oficina y en una de las calles que acostumbraba a transitar, oteó a lo lejos la presencia de un extraño individuo. El malencarado y desgarbado sujeto se aproximaba deprisa y Flojazo pensó que era una buena oportunidad para poner en practica la recién aprendida técnica de supervivencia.
Cuando el agresor en potencia estuvo lo suficientemente cerca, Flojazo cayó al piso, patas para arriba, con la mirada perdida y la lengua colgando hacia un lado.
El individúo terminó de acercarse y como si se tratase del mismísimo borrachito de la canción de “Pedro navaja”, tomó el reloj, el celular, “dos pesos” y se marchó... No precisamente tropezando, pero si algo desafinado, aquel hombre se alejó tarareando “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...”
Flojazo al levantarse, se sacudió el pantalón y la chaqueta, y siguió caminando contento y orgulloso de haber no sólo salvado el pellejo, sino también de comprobar la efectividad de la poderosa “Técnica de la Zarigüeya”.
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4 comentarios:
Yo vivo siempre en peligro, así que aplico cada vez que puedo
“Técnica de la Zarigüeya” vivo haciéndome la muerta...Lo malo es que cuando despierto, nada ha cambiado allá afuera.urgggg
Interesante.
¿Que si es efectiva?, bueno, hay opiniones. Pero interesante no deja de ser.
Que tome en cuenta que hoy en día, ni a los muertos se les respeta ¡Jejeje!
Por cierto, en el canal de los animalitos pasan una novela de animales. Sí, una novela: El Reino del Suricato
. Si chico, con historia y todo, y drama, suspenso y todo el bla bla bla, ¡Pero con animalitos! ¡De un bueno!...
Muy buena historia, bróder.
salud
Arte que se come:
Prueba mirando el "canal de los animalitos", quizás consigas otras técnicas, no sé, imagino que eso es lo que haría Flojazo.
Bróder Eduardo:
He visto esa "novela", y sí, es todo un drama. A mi también me gustan mucho esos canales donde se transmiten programas acerca de la vida animal, pero claro, no puedo verlo con los mismo ojos de Flojazo.
Fedosy-san:
Gracias bró. Ahí andamos, en búsqueda del "mushin"
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